Libros

Libros

Bienvenidos a Reduzca

La Razón
La RazónLa Razón

La última ocurrencia del Gobierno se interpreta más como una putada colectiva (consecuencia de sus acreditadas torpezas) que como metáfora. Limitándonos a 110, se ha propagado entre la población el sentimiento de Cenicienta cuando llega la medianoche, con el fundado temor de que al bajar a la cochera el lugar del Audi esté usurpado por un pasado con arañazos, es decir, por un R-5. Pero, en metáfora, usando la voz de locutor imperial de Bobby Deglané, corremos el peligro de comprobar que nuestro rechinante caballo Pegaso sólo guarda un motor de Seita. En esta regresión de tartera, parte radiofónico y domingo con suegra de toquilla, camino de Palencia y bajo la sudorosa tortura de la lentitud, se ambienta aquel chiste colegial en el que, en apariencia, se obligaba al conductor a moderar la velocidad: «Reduzca a 90», «Reduzca a 80», «Reduzca a 60». Al final, descubríamos, como ahora estaremos obligados a hacerlo, que la exigencia no era la de un pequeño moldeado adaptativo de nuestras costumbres, de nuestras emergencias de velocidad, sino una alteración de destino confirmada con el cartel que señalaba a donde habíamos llegado: «Bienvenidos a Reduzca». Con Gadafi o sin Gadafi, nos aproximamos a Reduzca, país imaginario del que hace tan poco estábamos tan lejos.