Sevilla

Sangre nueva en Arco

La feria encuentra una forma de renovación a través de las galerías y artistas jóvenes, promovidos desde la organización con acierto, y que presentan obras con ecos de contenido social. Este año, Arco da una oportunidad a los que empiezan

Dimas vende en su proyecto peluches a 50 euros, lo más asequible de la feria
Dimas vende en su proyecto peluches a 50 euros, lo más asequible de la ferialarazon

Arco ha apostado por la renovación, nuevas galerías y jóvenes artistas. Y eso aconseja abrir las miras, buscar la excelencia en cualquier país del mundo. «Siento la necesidad de entender el presente a través de los artistas del presente, y transformarme en el intérprete de una historia que está por construir», asegura Jerome Zodo, cuya galería de Milán visita la feria por primera vez. La suya y otras 18 colecciones forman parte de uno de los nuevos espacios del certamen, que apuesta por el discurso de los jóvenes bajo el sello Opening y que aglutina a galerías de menos de ocho años de antigüedad. Entre esas voces destaca la de Luis Dimas (La Laguna, 1983), que ha presentado la instalación «El vigilante del tanque», que pretende convertir el tanque de una refinería abandonada (la primera construida en territorio español) en un centro cultural de Tenerife. «Tenía sentido que, si lo que quería era defender el reciclaje de un espacio, se hiciera reciclando materiales cotidianos», dice.


Recetas sociales
Su proyecto ha consistido en poner a la venta 100 criaturas únicas con apariencia de peluche que velen porque el futuro de la instalación sea servir a los ciudadanos. Cada uno de los «muñecos» puede comprarse por 50 euros. Sin duda, las piezas más baratas de la feria. «Hay un problema en el concepto de lo que se considera arte, de lo que cabe dentro de esa categoría que está anticuada y es elitista. En la feria hay muchos ejemplos de arte que, o son puro concepto, o son pura estética». Y sentencia: «No me interesan las obras de artistas cuyas biografías tienes que aprenderte para para comprenderlas». En la galería debutante Alarcón Criado de Sevilla expone Jorge Yeregui (Santander, 1975) una serie de fotos sin título. «No me gusta dar recetas de compromiso social, sino crear en el público preguntas, que se instale el debate». Sus imágenes muestran aparentes intervenciones urbanísticas «ecológicas» tras las que acechan las dudas. ¿No serán pura propaganda? «No son fotografías que se puedan dar por concluidas tras diez segundos de observación, y por eso sé que mucha gente se marchará sin prestarles atención». Yeregui se siente incómodo en Arco, aunque confiesa que «hay una finalidad comercial, y eso no es malo». Julio Criado está feliz de que su galería «periférica», como él la define, haya sido invitada: «Compartimos generación con los artistas y el deseo de hacer cosas como ellos. Nunca hemos querido participar en un evento alternativo porque nos encanta Arco», asegura. Una de las piezas de Yeregui ha sido adquirida por la Fundación Coca-Cola. También debuta la galería Gao Magee, que dirige Carmen Blánquez de la Torres. Como el de Jin Shi, que nació en Henan (China) en 1976 y presenta un trozo de la vida de su país. Shi vive y trabaja en Hangzhou, cuna del arte tradicional chino, y sus piezas viajan a España con el mecenazgo financiero de Gao Pin, un industrial dedicado a la importación y exportación que ha abierto su galería a la espalda del Reina Sofía en Madrid. «Todo lo que exponemos son piezas comisariadas por un especialista chino, no hay intermediación», dice Blánquez, que pasó un tiempo en el país asiático trabajando para el Instituto Cervantes. La mirada de la galería Jerome Zodo trae al suizo Simon Senn (1986), uno de los artistas con más proyección de Europa, que en «Bronxdale» intenta «desvelar el comportamiento de los chicos del Bronx neoyorquino». El creador de más edad nació en 1973, pero abundan los nacidos en1980. «El criterio base de mi selección es el estético. Una obra tiene que sorprenderme, emocionarme», asegura este galerista. La otra pieza más destacada es el vídeo: «L'Hotel des sapins», en el que seis jóvenes desnudos deambulan en un edificio abandonado y en parte cubierto de nieve, como una metáfora de su fragilidad. No todos los jóvenes creadores buscan llamar la atención. Soledad Lorenzo expone cuatro piezas del inclasificable Jerónimo Elespe (Madrid, 1975). Son pinturas de pequeño formato que buscan pasar desapercibidas, pero que no han logrado el propósito de camuflarse de los coleccionistas. Están vendidas.


El Reina Sofía también invierte en los nuevos talentos
Como cada año, el Museo Reina Sofía ha aprovechado la cita de ARCO para incrementar su colección. Los datos de sus compras, presentadas ayer por el director del centro, Manuel Borja-Villel, no difieren mucho de otros años en lo cuantitativo: la pinacoteca se ha gastado 680.260 euros en la feria, cifra similar a la de ediciones anteriores. Pero este año hay una apuesta en lo cualitativo por el talento joven. «Regina de Miguel o Carme Nogueira son gente muy joven, pero ya con una trayectoria. Es importante que las instituciones estén al tanto de de este tipo de artistas», explicó Borja-Villel. Salvo «Les fumers», un óleo de André Masson (1923) –la pieza más cara de las adquiridas–, el resto pertenece a artistas actuales, algunos de ellos muy jóvenes. Así, «Sin título I», de Carlos León, y «El perchero», de Carlos Leppe, ambas de 1975, son las dos obras más antiguas de un listado de veinte adquisiciones que abarca hasta 2010 y que incluye pósters con vídeodocumental, impresos en vinilo y fotografías. Obras recientes de Erick Beltrán e Ibon Aranberri se unen a una instalación y un sello creados en los años 80 por CVA, a una fotografías de Bilbao tomada por Gabriele Basilico (1993), a los «Bollos» de Cabello/Carceller (1996) y a una sábana de raso de Juan Luis Moraza. El MNCARS ha apostado además por la creación de Asier Mendizábal, artista del que se lleva a sus fondos un collage, formado por cuatro obras de 2009, y otras dos creaciones.