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Tradiciones por ÁngelaVallvey

La Razón
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Dicen los historiadores que la costumbre de felicitar la Navidad se remonta a los tiempos de Rómulo, allá por el año 744 antes de Jesucristo, con lo que muy posiblemente la tradición tenga poco o nada que ver con el nacimiento del Niño Jesús. Al parecer, Rómulo regaló a Tácito unos ramitos que cortó de un árbol frutal del bosque consagrado a la diosa Strenia. A Tácito le encantó la idea porque consideró el detalle un excelente augurio para el año que se avecinaba. Así se fue poniendo de moda una práctica que ha llegado hasta nuestros días. La cristiandad hizo suyos muchos hábitos paganos, que después propagó por el mundo entero.

Sobre el «aguinaldo» se cuenta que es de procedencia nórdica, de los viejos tiempos de los druidas. La etimología del término es de origen galo porque el culto druídico traspasó las fronteras de Escandinavia hasta instalarse en las antiguas Galias. La palabra es una corrupción de «Au-gui-l'anneuf» y hace referencia al muérdago de la encina que, en aquel entonces, salían a buscar al campo rodeados de gran ceremonia, pompa y circunstancias, en una ceremonia religiosa deliciosamente panteísta y «ecofriendly». Luego se distribuía entre los creyentes como símbolo salvador, pleno de significación y bienaventuranza.

En cuanto a la procedencia de la tradición del árbol de Navidad hay muchas teorías dispares, todas bastantes inciertas. Los alemanes dicen que una noche clara y despejada, estaba Lutero (quién si no…) contemplando el firmamento y le impresionó tanto lo que veía que quiso remedarlo en su hogar. Así que cortó un pino solitario que crecía tranquilamente cerca de su casa, lo instaló en su austero salón y lo adornó con la intención de que se asemejara al cielo. (Felices fiestas).