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Las denuncias por fraude ahogan los comicios en Afganistán

Una semana después de la celebración de las elecciones legislativas en Afganistán, las denuncias por fraude se acumulan sin solución de continuidad. Las conclusiones preliminares de los observadores distan de celebrar el éxito de los comicios, y todo parece indicar que los grandes triunfadores serán nuevamente los intermediarios políticos, cuya mera presencia deslegitima el sistema democrático afgano que intenta instaurar la comunidad internacional.

Hasta el pasado jueves, la Comisión Electoral de Quejas había recibido más de 3.000 denuncias por irregularidades en las elecciones del pasado 18 de septiembre, un día además donde se registraron niveles de violencia generalizada -en la mayoría de los casos originada por ataques insurgentes- más propios de los primeros meses tras el inicio del conflicto en 2001. Se habla de falsificación, soborno a funcionarios electorales, compra de votos, amenazas de violencia física, detenciones ilegales y corrupción a una escala tal que el propio hermano del presidente Hamid Karzai, Ahmed Wali, está bajo sospecha.

A la espera de que comience el goteo de resultados a principios del próximo mes de octubre, a día de hoy quedan todavía cuatro grandes provincias donde todavía no se han podido recoger denuncias, entre ellas Kandahar, una de las más violentas y corruptas del país. A estos comicios se han presentado más de 2.400 candidatos, en liza por 249 escaños que proporcionan una enorme influencia política, pues el Parlamento es incluso capaz de censurar las decisiones del presidente Karzai.


El sistema electoral afgano no permite partidos políticos, por lo que el Parlamento representa sin ningún tipo de filtro la compleja realidad afgana: representantes de las etnias pashtún (mayoritaria en el país), tayika, uzbeka y hazara se entremezclan con antiguos señores de la guerra, jefes tribales locales y meros intermediarios, encargados de facilitar la creación de bloques parlamentarios heterogéneos que obedecen la voluntad de las "élites"que se han apropiado de la mayor parte de la ayuda económica destinada al país durante la última década.

En este contexto, más de la mitad del total de quejas recibidas han desembocado en una investigación en firme. Son casi 1.800 las denuncias que se están investigando actualmente, que podrían cambiar significativamente el resultado de los comicios y aplastar las esperanzas depositadas en el sistema democrático afgano. "Desde el punto de vista de la construcción de una democracia en Afganistán, el panorama no es halag~eño", indica un diplomático al diario 'The New York Times' bajo condición de anonimato.

Las mencionadas denuncias están repartidas de manera heterogénea. En 13 de las 34 provincias de Afganistán, al menos la mitad de las quejas han sido clasificadas como de "alta prioridad". En Kandahar, Nuristán, Zabul y Paktika, las cuatro provincias donde todavía no se han organizado las denuncias, ya se ha informado de casos de fraude masivo. Se tiene constancia de una decena de provincias donde se ha experimentado un repunte de las amenazas violentas por parte de los líderes locales, quienes han empleado secuaces armados para intimidar a los votantes.

"En general, la elección ha sido un 'todo vale', donde los diferentes bloques de poder han hecho todo lo posible para beneficiar a sus candidatos", explicó otro observador extranjero. "No es que el bloque pro Karzai lo vaya a hacer bien, sino que el Parlamento va a ser controlado con mayor firmeza por los intermediarios, que pensarán antes en negociar con Karzai que en las necesidades del pueblo afgano", le citó el diario.

El caso de la provincia de Kandahar es especialmente destacado. Según los críticos del presidente, su hermano Ahmed ha intentado manipular el voto para negar a sus opositores un escaño parlamentario, hasta el punto de divulgar una lista de vencedores antes incluso de que tuvieran lugar los comicios. "De la lista de 50 diputados, ya estaba decidido quiénes iban a ser elegidos", denunció el parlamentario Izzatulá Wasefi.

Ni siquiera la advertencia que los grupos opositores lanzaron al presidente Comisión Electoral Independiente -el máximo organismo electoral del país-, Fazal Ahmad Manawi, antes de los comicios sirvió de nada. "Nos dijo textualmente: 'No podemos hacer nada con Kandahar porque ahí está el hermano de Karzai", aseguró el también diputado Nur Haq Uloomi, el candidato al Parlamento más votado en las pasadas legislativas de 2005.

La misión de la OTAN en Afganistán ha reconocido que las elecciones parlamentarias en el país asiático no sólo han sido más violentas de lo esperado, sino que el número de ataques insurgentes del pasado sábado superó en más de un centenar a los registrados durante la celebración de comicios presidenciales de 2009, en su momento uno de los días más violentos en el país desde el derrocamiento de los talibán en 2001. 


La Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF) estima que se registraron cerca de 380 incidentes violentos a lo largo del día de votación. Una cifra que, con todo, sigue por debajo de las estimaciones que manejan ONG locales, como la Oficina de Seguridad de Afganistán, que tiene constancia de hasta 443 ataques perpetrados en todo el país a lo largo del 18 de septiembre, un 56 por ciento más que las elecciones presidenciales del 20 de agosto de 2009.