Barajas

Cosas de comer cosas de matar

La Razón
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El PSOE ha debido aprender ya a estas alturas que con las cosas de comer no se juega. Recordemos que durante largo tiempo los socialistas se negaron a pronunciar la palabra crisis y ahora son ellos los obligados a cargar con esa cruz que amenaza tal vez de manera irreversible sus perspectivas electorales. Tan sólo por la estulticia política de negar los inicios de un cambio de ciclo que se ha terminado por convertir en la peor recesión desde la posguerra. Un error de cálculo, inducido por un inconfesable interés partidista a corto plazo, que casi ha llevado a invalidar el futuro político de José Luis Rodríguez Zapatero. Claro que el presidente no solo equivocó –u ocultó– su pronóstico sobre la situación económica. Zapatero también llamó accidente –él sabrá por qué– al atentado en la T4 de Barajas con el que ETA puso fin a la tregua de 2006. Dos inocentes muertos que añadir a la larga lista de víctimas pese a que hasta el día de antes, literalmente, el propio Gobierno aseguraba la buena marcha del proceso de paz. Por eso ahora, cuando acaba de irrumpir este nuevo y ambiguo comunicado de la banda terrorista, haría bien el Ejecutivo en echar siete llaves sobre cualquier tentación de inflar unas expectativas respecto a un abandono definitivo de las armas el cual, no por deseado, sigue siendo incierto. Nada sería más letal para el Partido Socialista –también para Rubalcaba– si se demostrase, o así fuera percibido por la opinión pública, que el terrorismo, disminuido afortunadamente en su capacidad mortífera, hubiera sido convertido en moneda de cambio electoral. Hay que celebrar por supuesto que cada día se aleje la posibilidad de nuevos actos violentos pero son demasiados muertos en estos últimos cuarenta años como para que el fin de la tragedia sea un teatro con un guión y unos figurantes previamente aleccionados. Y lamentablemente manifestaciones como las del socialista Eguiguren inclinan a pensar en una nauseabunda farsa.