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Zaragoza

Castella se entiende con el manso bueno

Zaragoza. Octava de la Feria del Pilar. Se lidiaron toros de Zalduendo, desiguales de presentación. El 1º, noble, con clase y de justa transmisión; el 2º y el 3º, deslucidos; rajado el 4º; manso con geniecito y empleándose, el 5º; y el 6º, manejable. Casi lleno. El Fandi, de celeste y oro, buena estocada, aviso (saludos); bajonazo (saludos).Sebastián Castella, de caña y oro, buena estocada (silencio); estocada (oreja).Miguel Ángel Perera, de carmesí y oro, estocada desprendida (saludos); pinchazo, aviso, estocada desprendida (saludos).

Sebastián Castella, en un derechazo ayer en la plaza de toros de Zaragoza larazon

Apretó el quinto de la tarde una barbaridad a las cuadrillas. Por dentro lo tenía claro el Zalduendo. Era su territorio. Arreó y puso en más de un apuro a los banderilleros. Cuando Sebastián Castella cogió la muleta, ¡zas! cambió todo. Metió el toro la cabeza y lo hizo por abajo, con entrega y transmisión porque el toro rozaba en ese ímpetu el genio. Tenía buen fondo de casta y esas embestidas eran un regalo tal y como llevábamos la tarde. Emocionante fue el toreo diestro del francés. Le cogió la medida, el tiempo y el temple. Buenas series. Rotundas en ese viaje explosivo del animal. También la tomaba bien por el izquierdo, con la misma entrega y repetición, pero por aquí Castella no tuvo el mismo aplomo. Perdía muchos pasos entre pase y pase y no cuajó. Quiso tomar el camino diestro, pero el toro ya había agotado su tiempo. Se rajó, se fue a tablas, donde a gusto se sintió desde que salió por la puerta de toriles. Una estocada y un trofeo. Otro más podría haber sumado Miguel Ángel Perera con el sexto de la tarde. Era Zalduendo manejable sin más bríos. Nada decía. Nada ocurría. Todo lo puso Perera y después de intentar alargar los viajes optó por quedarse cerca, todo lo cerca que se puede estar tirando de imaginación: fusión virtual de muslos y pitones y se fue a por la espada. El tercero, que subió en presentación, nos hizo ilusionarnos. Se desmonteraron Joselito Gutiérrez y Guillermo Barbero con los palos. Este último ya se había llevado la ovación cuando hizo un quite al picador a cuerpo limpio. Con un pase de las flores y cinco sin moverse comenzó Perera. Cogió el toro la muleta por abajo en la primera serie, con lo incómodo de hacer hilo. Tal vez también en la segunda. Y ya está. Ahí se acabó todo. De cien a cero bajó las revoluciones el toro y entonces la lidia ya no iba con él. Frenado, sin pasar...

A Castella su primero tampoco le ayudó a maquillar la tarde. Zalduendo deslucido, flojito, justito... Aburrido trance.

Noble, desplazándose en el engaño y con la transmisión justa fue el que abrió plaza. Turno de El Fandi. Cuatro pares de banderillas clavó. Uno detrás de otro y como colofón el ya clásico violín. La faena fue anodina, el toro con calidad y el fondo escaso. Trasteo plano, lineal. Nada ocurría que despertara los sentidos. Quitó por lopecinas al cuarto y puso también cuatro pares. Los dos últimos del tirón. El toro, que ya había salido suelto, se desató en el último tercio y entonces la huida fue clara. Su refugio eran las tablas.

Sólo el mansito con fondo de casta nos alegró la tarde. Y el toreo diestro de Castella. Hábil y a tiempo. Perera suma en este fin de fiesta.

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