Bruselas
El Nobel de la Paz para una UE en crisis
Oslo premia la contribución de los Veintisiete a la «reconciliación y la democracia» desde sus orígenes. El galardón trata de contrarrestar el descontento ciudadano por la profunda depresión económica
BRUSELAS- «Cuando me levanté esta mañana nunca pensé que hoy sería un día tan bello». Esta frase del presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, resume a la perfección el sentir de los líderes europeos cuando, ayer, al filo de las once de la mañana fueron informados de que la Unión Europea había sido galardonada con el Premio Nobel de laPaz por sus logros para «el avance de la paz y la reconciliación» enEuropa y el establecimiento de «la democracia y los derechos humanos». El comité de sabios noruego rompía así la tradición de dejar a Europa con las ganas, e insuflaba un nuevo ánimo a los Veintisiete, que se han visto apabullados por el peso de un galardón que en su simbología es un claro recordatorio de los orígenes de este club. La entrega de los Nobel se realizará, según la tradición, en dos ceremonias paralelas, en Oslo para el de la Paz y en Estocolmo los restantes, el 10 de diciembre, coincidiendo con el aniversario de la muerte de Alfred Nobel.
Ahora queda por decidir quién de todas las cabezas visibles de la Unión Europea recoge físicamente el premio, un momento histórico que a buen seguro todos querrán vivir en primera persona y que conllevará tiranteces entre los líderes de la Comisión, el Consejo y el Parlamento europeos, todos ellos convencidos de que encarnan a la Unión Europea.
Pero ¿por qué a la UE? Según destacó en un comunicado a modo de justificación del premio, los Veintisiete se enfrentan en la actualidad a graves dificultades económicas y a un descontento social importante, pero existe un gran logro: «la exitosa lucha por la paz y la reconciliación y por la democracia y los derechos humanos». Así, el jurado ha valorado el papel «estabilizador» que ha tenido la UE para transformaruna Europa que era «un continente de guerra» en «un continente depaz». «El atroz sufrimiento de la II Guerra Mundial demostró al mundo la necesidad de una nueva Europa. Durante 70 años, Alemania y Francia han combatido en tres guerras. Hoy una guerra entre Alemania y Francia es impensable. Esto demuestra cómo, por medio de esfuerzos bienintencionados y construyendo una relación de confianza mutua, los históricos enemigos se han convertido en estrechos aliados», explican los miembros del jurado.
En este sentido, el Comité Nobel recordó la incorporación de Grecia, España y Portugal, donde la democracia fue un requisito paraque se pudiesen sumar al club. Además, ha tenido en cuenta que la caída del Muro de Berlín hizo posible que se incorporaran varios países del centro y del este de Europa, abriendo una nueva era en la historia del continente.La institución destacó, asimismo, la próxima incorporación de Croacia al club, el inicio de las negociaciones con Montenegro y la concesión del estatus de candidato a Serbia como decisiones que «refuerzan el proceso de reconciliación en los Balcanes».
La noticia, que fue recibida con sorpresa en Bruselas y el resto de capitales, generó una serie de reacciones de regocijo que, sin embargo, demostraron una fuerte preocupación por el momento preciso que vive la UE, con una crisis económica galopante que está haciendo tambalear sus cimientos. Barroso destacó que el Nobel es un gran honor para los 501 millones de ciudadanos, pero sobre todo pone de relieve que «la UE es algo precioso», que hay que cuidar para el bienestar de los europeos y de los ciudadanos del resto del mundo. «Estamos orgullosos de ser uno de los grandes actores en la lucha contra el cambio climático y el desarrollo», recalcó el presidente del Ejecutivo, que apuntó que la concesión del Nobel en este momento difícil «es una fuente de inspiración».
Por su parte, el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, destacó que este premio viene a aplaudir los valores de la dignidad humana, la libertad, la democracia, la igualdad, el Estado de Derecho y el respeto de los derechos humanos, que son fundamentales para la UE. A su juicio, el hecho de que varias naciones estén inmersas en la negociación de adhesión «es una señal de que, a pesar de las dificultades, Europa es un imán para la estabilidad».
Desde Berlín, la canciller Angela Merkel, que ha sido criticada por su aparente falta de solidaridad con la Europa del sur, consideró el galardón como una «decisión maravillosa» y «un impulso al euro». En Italia, el «premier», Mario Monti, destacó que la integración europea sea una «fórmula admirada en el mundo» y, desde Madrid, el presidente Mariano Rajoy lo interpretó como un «estímulo» para avanzar en la unión bancaria.
UN VIEJO CONTINENTE BAÑADO EN SANGRE
Nunca más. Ésa fue la máxima que condujo a los «padres de Europa» a iniciar el proceso de integración de un continente devastado por la II Guerra Mundial. La clave para conseguirlo pasaba por reconciliar a franceses y alemanes, que se habían enfrentado tres ocasiones en 75 años. La creación de la Comunidad del Carbón y del Acero (CECA) en 1951 supuso un primer paso de gigante, al poner bajo una autoridad común la producción de materias primas usadas por la industria militar. Desde entonces, Europa ha disfrutado del mayor período de paz de su historia, pero no pudo evitar que los Balcanes se desangraran en fratricidas guerras civiles en los años noventa.
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