Los Ángeles

«Scream 4» la reinvención de la mascarada

Detrás de la puerta y cuchillo en mano, la máscara del fantasma huele a sangre fresca. Wes Craven ha dado una vuelta de tuerca a la saga «Scream», que llega a su cuarta entrega, con más ironía que las anteriores

056NAC22FOT2
056NAC22FOT2larazon

No descubrimos nada nuevo si aseguramos que en Hollywood las franquicias se aprovechan al máximo, se les saca el jugo como a un limón en un exprimidor de zumo, sobre todo, cuando las carreras tanto del director como de los actores protagonistas no atraviesan su mejor momento. ¿Quién le iba a decir a Wes Craven hace una década que repetiría con «Scream»?. Pero la necesidad impera y sus proyectos no han tenido la acogida que esperaba. Lo mismo ha sucedido con David Arquette, Neve Campbell y Courtney Cox. El caso es que quince años después del estreno de «Scream», que marcó un hito en el género de terror, regresan sus protagonistas en la que es ya la cuarta entrega de la factoría. Todo ha cambiado desde la última vez que vimos una secuela de este filme. Hace once años, exactamente. En 2011, el asesino en serie busca el detalle, las víctimas son más irónicas que ingenuas. Y, sobre todo, la tecnología, que no había alcanzado el nivel de perfección que ahora muestra: Facebook es una herramienta poderosa y el propio Craven no sabe estar al día si no cuenta cómo va su trabajo en Twitter a sus seguidores, que son unos cuantos. «Esta película revive la primera entrega con actores nuevos. Hemos recreado escenas que son realmente buenas; sin embargo, ahora las hemos convertido sencillamente en espectaculares gracias a los medios tecnológicos, aunque sin abusar de ellos», explica el director del filme y creador de la saga en el Hotel London de Los Ángeles, donde apareció rodeado de todo el elenco.

A sus 71 años, Wes Craven (director) y Kevin Williamson, que es el guionista, saben que los tiempos han cambiado y que en 2000 las cosas eran de otra manera, de ahí que hayan decido estudiar concienzudamente a los jóvenes de hoy para darse cuenta que, de entrada, esta generación no utiliza sólo el teléfono como principal herramienta de comunicación. Contestar el móvil para descubrir la voz de un psicópata al otro lado de la línea es anacrónico en nuestros días y no poseee suficiente consistencia para ser el punto de arranque de un filme de terror. «Esta cuarta entrega es más cínica y autocrítica con el género de terror», explica Craven. Y para inspirar credibilidad el reparto original (formado por Campbell, Cox y Arquette) ha respondido a la terrorífica llamada del realizador y convive con savia nueva, la de Emma Roberts y Hayden Panettiere, quien destaca en el filme por la imagen que proyecta: «Tuve bastantes dudas, pero en cuanto acepté me di cuenta de que la película era un regalo. Y lo que tenía que hacer era abrirlo y mirar qué había dentro», declara.

Para Craven el objetivo era burlarse de los tópicos y las repeticiones que están acabando con el género del terror: «La película une lo nuevo y lo antiguo, rostros jóvenes y caras conocidas. Volvemos a emplear un metalenguaje cinéfilo y lo enlazamos con el uso que hace la gente de los blogs, las redes sociales y las nuevas formas de transmisión», explica, al tiempo que adelanta que existen planes para rodar quinta y sexta parte.


La escena del sofá
Su película es fundamentalmente un drama, pero en él se perciben tintes de comedia –incluso de parodia (como el propio arranque, con las dos rubias discutiendo en el sofá sobre el cine de terror)–y de comentario social, que queda a un paso de cruzar un territorio vedado: caer en los tópicos que el mismo guión satiriza.

Cumplidos diez años de la tragedia de Woodsboro, Sidney Prescott (Neve Cambpell) regresa a su pueblo natal a cerrar el círculo de su tragedia y superar traumas del pasado, al tiempo que aprovecha para promocionar su «best-seller», un libro de autoayuda con el título de «Out of the darkness». Su vuelta coincide con una nueva serie de muertes idénticas, atribuidas a un descuartizador que sigue la tradición del disfraz negro y la máscara blanca. Esta nueva ola de matanzas sólo puede ser buena noticia para una persona, Gale Weathers (Courteney Cox), la reportera de televisión que alcanzó la fama resolviendo los crímenes de Ghostface, escribió una serie de novelas y ahora acusa la falta inspiración para arrancar un nuevo volumen. Gale se siente capaz de volver a encontrar al asesino. Para Courtney Cox fue sensacional recuperar el personaje: «Me divierte interpretar a alguien tan egoísta como esta mujer. Lo único que busca es el éxito y ser protagonista de la historia. Se las da de muy inteligente cuando en realidad peca de tontorrona», confiesa la intérprete, quien regresa a la pantalla con su ex marido, el actor David Arquette, de quien se separó antes de Navidad. Ellos confiesan que Craven «ha sabido sacar lo mejor de cada uno de nosotros». Y el director recige el guante: «Trabajaría con ellos una y otra vez».


Presencia aterradora
El guión de «Scream 4» encaja en la nueva era del «slasher film»: «No pretendíamos meternos en el terreno de ‘‘Scary Movie''. El reto era mantener a Ghostface como una presencia aterradora», asegura Craven, quien destaca la importancia del factor sorpresa. ¿Cómo? «Con una muerte al principio y cuando nadie se lo espera», declara sin perder la compostura, y añade: «Te estás dirigiendo a una generación de jóvenes , pero también a quienes nos han estado siguiendo a lo largo de las tres anteriores. Y no podemos bajar la guardia. Tenemos que hacer un producto bueno, de calidad».

Craven es un director consolidado que se adapta a los tiempos que corren y cuenta su historia en otros términos, a la par que da el relevo a una generación que está comandada por un miembro de la familia Roberts, en este caso Emma, la sobrina de Julia. A sus veinte años es la protagonista de una franquicia que lleva recaudados más de quinientos millones de dólares. En «Scream 4» sufre una barbaridad al ser perpetuamente perseguida por Neve Campbell.

Craven ha vuelto a la brecha porque, dice con ironía, «nos pagan un buen sueldo por rodar este tipo de producciones» y, añade, que «evita las malas críticas que se escriben sobre mí. No las leo, pero algunas me han resultado demasiado duras y te pueden llegar a hundir».


El detalle
PARODIAS DE MIEDO

Cuando Drew Barrymore descolgó allá por 1996 aquel maldito e impertinente teléfono que no paraba de sonar, no sabía la que se le venía encima. Nacía una nueva forma de terror (el género no atravesaba entonces su mejor época), con adolescentes que iban de susto en susto. Wes Craven daba a luz en aquella fecha «Scream. Vigila quien llama», la primera cinta de una saga que hizo temblar la taquilla con una recaudación de 100 millones de dólares. Su impacto fue tal que hasta las «Scary Movies» (en la imagen, una escena con al máscar del fantasma) han seguido sus pasos con más o menos gracia. La máscara del fantasma, mil veces imitada, se tornaba con el gesto cambiado. La risa estaba asegurada.
Era más bien mueca.



Cuando el grito es un arte
«SCREAM», ARRANQUE PROMETEDOR
Una llamada de teléfono y sangre, mucha sangre. Wes Craven inauguraba la factoría y daba un vuelco al cine de terror. La máscara entraba en acción.
«SCREAM 2», SEGUNDAS PARTES
Durante el estreno de una película se producen varios asesinatos. El filme se llama «Stab» (Apuñalar). El asesino sádico vuelve a salpicar la pantalla.
«SCREAM 3»,
EL HUNDIMIENTO
El grito más terrorífico es siempre el último, pero no fue el caso. La saga, sin la chispa de la cinta inicial, tocó fondo. Había que reinventarse.
«SCREAM 4», TERROR EN VERSIÓN 2.0
Vuelve Neve Campbell a Woodsboro y el pasado cobra vida otra vez. Las nuevas tecnologías y efectos especiales juegan un papel decisivo.