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Desde la cama blanca (I) por Paloma PEDRERO

Desde la cama blanca (I), por Paloma PEDRERO
Desde la cama blanca (I), por Paloma PEDREROlarazon

Hace dos meses que salí del hospital. Os recuerdo que estuve treinta días ingresada por una complicación. Entré diagnosticada de un cáncer de colon. La operación fue bien, pero unas horas después mi cuerpo hizo «crack» y dejó de funcionar. Todo se debía a que una de las grapas con las que me habían cerrado el intestino se había soltado, provocando una septicemia generalizada en mi cuerpo. Infección que hizo que mis órganos vitales dejaran de funcionar.

Rápidamente volvieron a meterme en el quirófano y me limpiaron de arriba abajo, y de arriba abajo me abrieron y cosieron, y me hicieron una ostomía, y todos pidieron a sus dioses que me echaran una manita para salir de esa. Muchos días estuve en Reanimación. Desde «mi cárcel blanca» iba dictando, ya que mis manos no podían empujar un bolígrafo, lo que iba viviendo, para esta columna. La cabeza y el alma eran lo único que me funcionaba, se habían fundido para alentar a mi cuerpo, para esperarlo el tiempo que hiciese falta. Carlos, mi pareja, me dijo hace poco que aquel mes fui un alma en una cama. ¡Qué bonito! José Antonio Vera, queridísimo amigo mío, me sugirió el día que nos encontramos después de mi resurrección que escribiera algo extenso sobre la Sanidad pública, que dejase testimonio de mi experiencia. No me siento capaz de hacer un reportaje de algo tan íntimo y subjetivo, pero sí me inundan los recuerdos y creo que contarlos podría servir para que se sepa, desde el paciente, las cosas que se pueden mejorar en los hospitales, cosas que harían menos duros esos dolorosos trayectos. También, y esto es más hondo, me gustaría indagar y transmitirles de dónde se saca la fuerza para vivir, o cómo cuando la parca te mira a los ojos estás ya en un estado especial, como agarrado por las manos de Dios. Hablar de la muerte sin angustia. Algo tan necesario. No sé cuántos relatos escribiré ni hasta donde podré llegar. Lo que sí sé es que quiero romper tanto tabú. Quiero, desde la experiencia, encarar ese miedo que tanto nos daña.