Exposición

El ARCO de la transición

La XXX edición, con pocas sorpresas, recorta 9.000 metros cuadrados su espacio 

Buen asiento Arriba, fotografía de la galería rusa ADN.
Buen asiento Arriba, fotografía de la galería rusa ADN.larazon

Apenas falta una semana para que la Feria de Arte Contemporáneo abra sus puertas. ARCO celebrará sus treinta años de vida (ojo, que para que salgan las cuentas tendrá que contar de 1982 a 2011, ambos años inclusive) y una nueva andadura de la mano de quien será su primer director, Carlos Urroz, pues la cita artística siempre había tenido una mujer al lado. La galerista Juana de Aizpuru fue quien inauguró la singladura, cuyo testigo tomaría después Rosina Gómez-Baeza, para cederlo a Lourdes Fernández. El nuevo responsable, bendecido por el sector del arte en bloque, conoce el mundo desde dentro, ya que ha vivido la experiencia de ver crecer la feria casi desde sus primeros años, en los remotos y divertidos ochenta, cuando se acercaba junto a sus hermanos, entonces él adolescente y lleno de curiosidad por lo que se estaba cociendo, artísticamente hablando, en Madrid.

Demasiado grande

Le picó el gusanillo a Urroz, aunque nunca se planteó que un día podría llegar a estar al frente de ARCO, una feria que atravesó uno de los momentos más críticos que se recuerdan en 2010, pero que este año promete transitar por los caminos de siempre, aunque de otro modo. Que la feria resultaba excesivamente grande era un secreto a voces, así que su nuevo responsable hizo de ello bandera y se propuso reducir tanto el número de galerías como la superficie expositiva: serán en total 197, frente a las 218 del año pasado, y en cuanto a metros cuadrados habrá 9.000 de diferencia (en 2010 hubo 47.590 y en esta edición se distribuirán los 38.550 en los pabellones 8 y 10; en 2008, por ejemplo, la macroferia alcanzó los 50.000 metros cuadrados de superficie y atrajo a 295 galerías). De las 197, 75 serán españolas (dos menos que en 2010) y 122 extranjeras (frente a las 141 de la edición del año pasado, aquí la bajada es algo más sensible). El comité organizador de ARCO «ha intentado hacer aún más objetivos los criterios de selección de las galerías, con formularios exhaustivos en los que éstas informarán de sus exposiociones, de la promoción que hacen de sus artistas...» Solamente ha habido diez reclamaciones, de las que dos se admitieron a trámite y una de ellas, la de Raiña Lupa, acabó por ser admitida.

A pesar de los duros tiempos que corren, en ARCO no se habla sino de optimismo. Los objetivos, como los de cualquier feria, son conseguir un alto número de ventas, «poder celebrar negocios y vender», dice Urroz. También se ha puesto el acento en el nuevo co-leccionista con un servicio denominado Opening: «Habrá un servicio de expertos en arte que orientarán a quien desee introducirse en este mundo y comenzar una co-lección», explica el director.

Eran otros tiempos
Uno de los platos más sabrosos de este ARCO será la exposición que recordará y recorrerá las tres décadas de la feria a través de una muestra coordinada por Andrés Mengs y en la que ha colaborado el Ministerio de Cultura. Las imágenes, algunas de las cuales no tienen desperdicio («¡cómo hemos cambiado!», exclamará más de una), proceden del propio archivo de ARCO y del fotógrafo Luis Pérez Mínguez.