Empleo

Austeridad

La Razón
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A los afligidos no se les ha de añadir aflicción, escribía Miguel de Cervantes. Siempre he aprendido de los mayores y he recibido de algunos la mayor decepción. Oír la consigna reiterativa de que hay que vivir con austeridad me altera. La gente de a pie no es la causa de tanta obstentación de las políticas diversas ni tampoco de los saqueos públicos cuyo mal ejemplo repercute en casi todo. ¿Quién ampara a los ancianos que estando en perfectas condiciones mentales les obligan en contra de su voluntad a desprenderse de sus bienes a favor de los que, ni les cuidan ni les acompañan en esa amarga soledad que dan los muchos años pero con el apoyo oficial que legalizan algunos cargos bancarios? En lugar de recibir cuidados se les aparca en un geriátrico... sin que nadie lo denuncie. Y mientras insisten con la austeridad en una sociedad permisiva, cruel, carroñera que admite estos desaciertos, donde el desempleo acampa a sus anchas por la inactividad económica sin facilitar más puestos de trabajo, se favorece más el despido que la contratación, la moral es una carga pesada... ¿Quiénes defienden los derechos de los ancianos? ¡Cuánto cinismo en ciertos familiares para aprovecharse de estas víctimas débiles y sin protección sin que se castigue a los que infringen las leyes naturales del respeto, aunque llegarán también a la vejez y pagarán con creces sus malas acciones. ¿Las reformas laborales benefician a los trabajadores? ¿Se fomenta la creación de puestos de trabajo estable? ¿Con tantos problemas el abuso y desconsideración de los ancianos no se denomina delito, el germen de la peor decadencia? ¿A quién le preocupa los ancianos? No les añadamos más aflicción y que se castigue a los que se aprovechen de ellos. Austeridad para los que están por encima de la mayoría pero más generosidad para los ancianos, que muchos de ellos sí se lo merecen.