Barcelona
El arte como una autobiografía
Cuándo: Hasta finales de mayo. Dónde: Mise en Scène. c/Valero, 10. Información: Tel. 93 676 41 99
BARCELONA- A la pintora Elisabeth Ollé le gustan los retos y reinventarse. Su producción plástica es difícil de clasificar en un único estilo y eso es algo que puede comprobarse a partir del próximo jueves en la galería Mise en Scène de Barcelona, donde expone algo más de una veintena de trabajos. El conjunto es ecléctico, con variedad de formatos y estilos para establecer un diálogo con el espectador a partir de una manera de entender el arte que no deja indiferente.
Ollé explica a LA RAZÓN que en su obra hay un fuerte componente autobiográfico que no puede evitar que acabe influyendo en su trabajo. Así se entiende, por ejemplo, en la evolución que tiene el color en sus cuadros. «A partir de adoptar recientemente a un niño, estuve en un periodo en el que no me salía el color. Todo lo que hacía era en blanco y negro porque se trataba de un cambio muy importante en mi vida. A raíz de serenarme, empezó a surgir una explosión de color y mi trabajo dejó de ser algo tan contenido para pasar a ser mucho más expresivo. Por eso hay en todo esto una manera de volver al expresionismo», comenta.
El poder ser madre le ha ido ayudando en su evolución plástica. «He tenido que ir asimilando mi realidad porque tuve una infancia complicada. Pero cuando me he serenado, he comprabado que sigo siendo yo y que, por ese motivo, puedo ser tanto una madre como una artista», reconoce esta pintora.
Del spray al óleo
El color ha vuelto a tomar la revancha tras permanecer oculto en la producción artística de Ollé. La nueva explosión de la paleta se adueña de cartones de grandes dimensiones, con formas que parecen extraídas de las láminas empleadas en los conocidos test de Rorschach. Estas imágenes contrastan con otras composicones en las que aperecen rostros o figuras de líneas limitadas, siguiendo la huella dejada especialmente por Henri Matisse o por otros autores de las primeras vanguardias, corrientes de las que se reconoce admiradora.
Esos cambios vividos también se aprecian en la evolución respecto a las técnicas empleados en su pintura. Por eso a la artista le gusta proclamar que «Toda mi vida he sido muy clásica, pero ahora me gusta hacer de todo, desde el spray al óleo».
La producción que visita Mise en Scène durante quince días ha sido pintada este año, incluso alguna obra llega recién salida del estudio tras secarse en los últimos días. «Para mí pintar es como un parto. No me atrevo a verlo como un juego porque guardo dentro un deseo de comunicar. Siempre hay periodos en los que te sientes menos creativos, pero hay una llama interna y muy profunda que te mantiene despierta», asegura la artista.
La muestra busca ir mucho más allá de la simple exhibición porque la pintora pretende que «no sea una cosa estática y sin vida. No me gustan las exposiciones intocables. Quiero que la gente disfrute y que luego pasen cosas. Eso es lo que hace que te apasiones y que puedas trabajar con independencia de las críticas. Mis cuadros son como libros abiertos en el que cada día puedes ir leyendo una de sus páginas. El arte mantiene vivo mi trabajo». Esa alegría de vivir es la que ahora llena las paredes de la sala de exposiciones para poder relacionarse con el público.
Huella de Murakami
Cuando se le pregunta a Elisabeth Ollé por sus influencias, le gusta citar como referentes a los grandes maestros de las primeras vanguardias, –«los últimos clásicos» como ella los llama– con Matisse y Picasso a la cabeza, pero sin olvidar tampoco a nombres como Arroyo o Lichtenstein. Pero hay otro nombre que puede parecer algo más soprendente, especialmente por su juventud y permanecer en activo. «Me gusta muchos el trabajo del japonés Takashi Murakami. Me impresionaron mucho un conjunto de obras que se basaban en la bomba atómica. Yo retomé esa línea para crear una serie de piezas sobre el origen y la vida», reconoce la artista.
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