Corbacho deja el Gobierno para ir con Montilla en las autonómicas

El ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, dejará el Gobierno tras la huelga general del próximo 29 de septiembre para incorporarse a las listas del PSC para las elecciones autonómicas catalanas de noviembre.

Fuentes socialistas han confirmado la inminente salida del Ejecutivo del que fuera alcalde de L'Hospitalet, cuya incorporación a la candidatura que encabezará José Montilla empezará a lanzarse casi inmediatamente pero no se hará efectiva hasta que quede aprobada la reforma laboral en el Congreso -la próxima semana- y se produzca la huelga general.

Las mismas fuentes apuntan a que la salida del titular de Trabajo del Ejecutivo deberá esperar también a que se resuelva el proceso de primarias en Madrid, ya que la posible designación de la ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, el 3 de octubre como candidata socialista para disputar el gobierno autonómico a Esperanza Aguirre obligaría a su salida del Ejecutivo.

La crisis de Gobierno incluiría así a dos ministros y abriría las puertas a una remodelación más amplia con la que se viene rumoreando en los últimos meses. |


Fecha de caducidad
El ministro de Trabajo siempre ha tenido muy claro que su paso por la política española tenía fecha de caducidad porque su deseo era regresar más pronto que tarde a Barcelona, donde ha desarrollado el grueso de su carrera política como alcalde de L'Hospitalet (durante 20 años) y como presidente de la Diputación de Barcelona. Corbacho comentó su futuro político con el presidente del Gobierno el pasado 20 de agosto y recibió el plácet de Zapatero para tomar el puente aéreo hacia Barcelona sin billete de vuelta.


Un agosto intenso
Corbacho prepara su regreso a Cataluña desde hace varios meses, pero lo ha abordado con mayor intensidad durante las últimas semanas porque el proceso de proclamación de candidatos del PSC a las autonómicas está a punto de desatarse (hoy, las agrupaciones de L'Hospitalet –feudo de Corbacho– proponen su lista de candidatos).

Ya a principios de agosto, mantuvo una comida con el primer secretario del PSC y presidente de la Generalitat, José Montilla, para estudiar su regreso a Cataluña. Corbacho le manifestó su intención de volver a Barcelona para echarle una mano en su intento por ser reelegido como presidente de la Generalitat. Montilla le expresó su conformidad, consciente de que el ministro de Trabajo es un peso pesado en el área metropolitana de Barcelona.

Pero Montilla convino con Corbacho en que primero debía resolver su futuro con el presidente del Gobierno. De ahí la conversación del ministro del Trabajo con Zapatero el pasado 20 de agosto tras el Consejo Ministros extraordinario.

Según diversas fuentes, fue el presidente quien le sugirió a Corbacho la idea de regresar a Cataluña e incluso quien le prometió acelerar su marcha de Madrid en pocas semanas. Sea como fuere, lo cierto es que el titular de Trabajo quiere dejar una cartera que le ha provocado innumerables quebraderos de cabeza no sólo con los agentes sociales y económicos, sino también con sus propios compañeros de Gobierno.

El hábitat natural de Corbacho es el cinturón metropolitano de Barcelona –granero de votos fundamental para los socialistas– y su desembarco es sólo cuestión de tiempo.

El problema es que la salida del ministro de Trabajo obligará a Zapatero a realizar una crisis de Gobierno con la que se lleva especulando varios meses y ésta no es sencilla porque, en paralelo, debe resolver la cuestión de la ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, inmersa en la batalla de las primarias para ser candidata del PSOE a la Comunidad de Madrid.