Europa

Crisis política en Italia

El análisis Una gestión racional

La Razón
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¿Cómo queda el panorama político portugués tras estas elecciones?
–Portugal acaba de votar y lo ha hecho de forma contundente. El centro derecha representado por el Partido Social Demócrata ha obtenido una rotunda victoria sobre el hasta ahora gobernante Partido Socialista. Por otra parte, mientras la extrema izquierda se ha estancado, con un llamativo retroceso del Bloque de Izquierda, los democristianos del Centro Democrático Social han reforzado notablemente su presencia en el Parlamento, lo que les permite aspirar a formar una sólida coalición de gobierno con el PSD.

¿Se ha acabado la era del socialismo hegemónico en Europa?
–Si hace apenas unos años el discurso político predominante en Europa presentaba un sustrato sustancialmente socialdemócrata, la realidad electoral ha acabado por demostrar que las preferencias ciudadanas van por un camino muy diferente. Hoy ya no se habla de refundar el capitalismo, de expandir el gasto público como medida anticíclica o de reforzar el poder del Estado sobre los mercados. Lo que una parte mayoritaria de europeos parece querer, y así lo expresa en las urnas, es una gestión más racional de la crisis, unos gobiernos más eficientes, limitados y austeros que más que extender políticas pasivas de subsidios pongan en marcha políticas activas de crecimiento y empleo. Y esa mayoría muchas veces silenciosa, salvo en las urnas, considera que son los partidos de centro derecha quienes mejor pueden hacer esto.

¿Profundiza esta derrota la crisis del socialismo?
–Refuerza la idea de crisis en la que actualmente se debate el socialismo. Una crisis que se expresa en un discurso que suena agotado al permanecer anclado en utopías cada vez más vaporosas e inconcretas, en la falta de líderes sólidos que sean capaces de ilusionar a amplias capas del electorado europeo y, lo más importante, en una percepción generalizada de que sus recetas socioeconómicas son incapaces de ofrecer soluciones a los problemas reales del continente y, como ha demostrado la crisis de deuda soberana, los agrandan. El socialismo ha perdido la bandera del progresismo, reducido cada vez más a un mero eslogan retórico, y ha dejado de significar cambio y mejora de las condiciones de vida de la mayor parte de la sociedad.

¿Es suficiente la capacidad de gestión que ofrece la derecha para movilizar al electorado?
El liberal-conservadurismo sigue siendo preferido por su mayor capacidad de gestión y por su mayor eficiencia a la hora de crear crecimiento económico. Pero no ofrece utopías relevantes que enganchen con fuerza a los ciudadanos. El problema es que ambos fracasos amenazan con abrir, a derecha e izquierda, la puerta a alternativas más radicales, insustanciales y dogmáticas que, llevadas a sus extremos, pueden deslegitimar de forma irremediable el sistema democrático europeo.