PSOE

Enemigos íntimos

La Razón
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Los candidatos a la Secretaría General del PSOE se han puesto a hacer cuentas de los apoyos que esperan obtener de sus delegados, y al sumar dos y dos el resultado les da cuarenta y dos. Mal empezamos. Ahora se entiende por qué el Gobierno del que ambos formaron parte montó el tremendo desaguisado económico que nos ha dejado como souvenir: les fallan las cuatro reglas… o mienten, que no sé si es peor, porque el farol en este caso tiene una esperanza de vida de dos semanas escasas.
Dice Chacón que no se presenta contra Rubalcaba sino a favor de un proyecto nuevo del que, de momento, sólo tiene noticias ella. Rubalcaba, por su parte, pide a los delegados que no voten en contra de nadie, lo que ya es de por sí sospechoso porque suena a que se teme la reedición de aquel otro Congreso en el que los votos contra Bono auparon a Zapatero hasta donde él solo nunca hubiera sido capaz de llegar.
Es difícil explicar ese afán conjunto de no presentar la elección como una lucha de poder cuando es imposible no entenderla como tal; los dos quieren ganar, ergo ambos desean que pierda el otro. No es ninguna deshonra, pero a base de insistir consiguen el efecto contrario. La constante repetición del mantra de la amistad y la admiración mutua hace pensar que, como ocurrió en las primarias de Madrid, los cuchillos van a empezar a volar en cuanto el elegido/a se vea en posesión del cetro y la corona. Quizá es que, como dice Juan Fernando López Aguilar, «libertad e igualdad sí, pero el PSOE adolece de fraternidad», y está claro que él, uno de los que después de apoyar sin fisuras a Zapatero fue víctima de su guillotina, habla con conocimiento de causa.