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Más decisivo que Marcelino

La Razón
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Jesús Pereda fue uno de los once héroes del 64. Uno de los futbolistas que logró para el fútbol español el primer título continental. Ahora que el equipo nacional está en la cima y parece que la historia no ha existido, tenemos que lamentar la muerte de quien forma parte de uno de los capítulos que los acontecimientos parece que se han tragado.

Pereda, burgalés de Medina de Pomar, comenzó en el Indauchu y de allí pudo pasar al Athletic, pero entonces en San Mamés se era muy estricto con las nacencias. Ahora la cantera se ha ido ampliando y no basta con Guipúzcoa y Álava. Donde no pudo jugar él lo han hecho navarros, en oleadas, riojanos y algún burgalés como Loren. Pereda siempre tuvo gran pena por no haber pertenecido a aquel equipo que formaba parte de las querencias de millones de españoles.

De Pereda y de aquellos futbolistas campeones se habla poco. Quienes los vieron en cromos ahora son abuelos. Hasta Marcelino es una referencia casi perdida. Aunque más perdió Pereda, el hombre que le mandó el balón para que batiera al soviético Yashin, porque en el NO-DO le hurtaron la propiedad del pase que adjudicaron a Amancio. También marcó el primer tanto. Fue más decisivo que Marcelino.

Pereda fue futbolísticamente una figura y humanamente, un ser excepcional. Por donde pasó dejó amigos. Seleccionador de juveniles, segundo de Miera y del amigo y compañero del alma Luis Suárez, se ganó el aprecio de gentes del fútbol y de periodistas, a quienes atendió educada, y, en muchos casos, cariñosamente. Chus, así conocido familiarmente, agradecía favores y aplausos, se entregaba sin fisuras.

Ha dejado su vida en Barcelona, donde dejó los mejores momentos de su carrera futbolística. Allí se hizo querer, y también se ganó aprecios en Madrid y en el Madrid, club que siempre le trató como a uno de los suyos y con el que jugó doce partidos y ganó la única Liga de su carrera. Eran los tiempos en que Raimundo Saporta regalaba un marco de plata a cada jugador barcelonista que se casaba para que en él colocara su foto de boda. Pereda inauguró un restaurante y Saporta tomó un avión para acudir al acto, darle un abrazo y desearle suerte; luego regresaba a Madrid, cumplida la misión.

Eran los tiempos en que los jugadores del Madrid y del Barcelona que coincidían en la Selección se trataban como familia. Ayer oí casi llorar a Amancio cuando le pusieron a conversar con Fusté. El primero de aquella Selección que nos dejó fue Lapetra. Chus se ha ido y no sólo le han llorado sus compañeros barcelonistas. De Iribar a Suárez, supervivientes de la campeona de Europa, han vivido luto intenso por la muerte de su amigo. Es el mismo dolor que sentimos quienes le conocimos. Fue un gran ser humano. Nunca le olvidaré.