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Galerías de perpetuos por Martín Prieto

La Razón
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Un amigo periodista asesoraba al Gobierno panameño y el dictador Manuel Antonio Noriega, cara de piña por comida de viruela, dormitaba drogado, pero el experto no se atrevía a callarse y habló de la conveniencia de eliminar algunos programas radiales. Noriega despertó: «¿A quién dice que hay que eliminar?» A sus 77 años, en silla de ruedas, ha vuelto a su país tras 22 años penando en EE UU y Francia. Washington invadió el país para apresarle en una guerra innecesaria y ya olvidada. A su lado en el tiempo, el venezolano Ilich Ramírez, «El chacal», de 62 años, carga en Francia con una condena perpetua por tres asesinatos. Mítico terrorista de película, financiado por Gadafi, fue secuestrado por los servicios secretos franceses en una mesa de operaciones en Jartún (Sudán) donde se sometía a una operación menor. Se lo llevaron a París con las botellas de suero colgando. Hoy hasta su presidente Hugo Chávez ha dejado de pagar abogados, entre ellos su esposa. Hiena más que chacal se le sigue otro proceso en el que se le pide otra perpetua revisable a los 18 años, lo que es una caridad en atención a que la bestia se va haciendo vieja. Ni Noriega ni Chacal mataron a nadie por su mano, que judicialmente se sepa, ni juntos asesinaron a tantos como, por ejemplo Idoia López Riaño, «la Tigresa», que se iba de copas a los bares de los policías para lograr información con sus ojos transparentes. Se acostaba con ellos a pelo y luego mandaba a Soares Gamboa, del «Comando Madrid» a buscar un «predictor» por la noche. Quienes aceptan que animales centro y sudamericanos acaben en perpetuos, ¿por qué objetan que un matarife español pueda ser condenado a cadena perpetua con un mínimo cumplimiento y un resto revisable según su evolución mental?