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Una atlética y un sevillista en son de paz

La Razón
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La disputa verdadera, por María José Navarro. Atlética

Al parecer, antes de las finales debe ser tradición chinchar al vecino y yo debo ser poco tradicional. Porque hoy, día de la final, a una no le sale lanzar bravatas ni malos modos, que para eso ya hay demasiada gente dispuesta a ensuciar foros y televisiones con faltas de respeto. Lo primero, cortesía obliga, felicitar a los sevillistas. Mover 30.000 tipos a mil kilómetros de casa no está al alcance de todos los clubes, así que sombrerazo virtual a los rivales que esperemos, por el bien de la estética, lleguen sin sombrero. Y no oculto mi alegría por no jugar en Madrid, eso sí. Por un lado por salir con los míos pero, sobre todo, para evitar que se me llenara la casa de sevillistas sedientos, que entre Suhpareja, Balbontín y Leyva iban a acabar con mis reservas anuales de botellines. Lo segundo, felicitar a los míos, a los 45.000 que van para allá a confirmar que el Atleti ha vuelto donde merece. En Barcelona espero coincidir con el Sr Haurie para dilucidar de una vez por todas, según las reglas clásicas, la verdadera cuestión esencial, la madre de todas las disputas entre las dos aficiones: ¿Mahou o Cruzcampo?Ahora en serio, por Lucas Haurie. SevillistaSon las cuatro de la tarde del martes y me llaman desde Barcelona, donde ya está la avanzadilla sevillista, para advertirme del peligroso ardor guerrero que detectan quienes suelen husmear por los estercoleros de los radicales. Vamos a tener la fiesta en paz. Se contarán acaso con los dedos de una mano las personas que, entre los 90.000 que habrá esta noche en el Camp Nou, se tomen más a pecho el fútbol que un servidor de ustedes. Pues les puedo asegurar que no cambio seis goles de Kanouté por la sobremesa (si AENA lo permite) que voy a compartir con María José y sus colegas, que son más del Atleti que todos los becerros parafascistas del Frente juntos. Los ultras de uno y otro equipo han alimentado en los últimos años una rivalidad insana, odiosa, virulenta, excluyente… y han protagonizado sucesos que nos avergüenzan. El que quiera dar la nota, que se compre una flauta; y el que tenga ganas de bronca, que le dé una manta de hostias a la pared, a ver si se le cae la mano a cachos. Pero que no nos estropeen la excursión a los demás, que no tenemos culpa de sus traumas ni de su inadaptación. Y que gane el mejor, o sea, que gane el Sevilla.