París

Multa por no cumplir en la cama

Hay matrimonios que con el tiempo parecen haber olvidado sus promesas. Que ya no recuerdan cuáles son los deberes maritales que adquirieron el día del connubio. Y el olvido se paga caro cuando de lo que se trata es de cumplir en el lecho conyugal.

La Razón
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Así le ha ocurrido a Jean Louis G., un francés de 51 que tras dos décadas de casado ha sido condenado por un tribunal galo a pagar diez mil euros de daños y perjuicios a su esposa por no asumir las obligaciones que conlleva la vida en común, y que así prevé el Código civil del país vecino. Es decir, por no haberla satisfecho sexualmente durante varios años, tal como revelaba ayer el diario «Le Parisien», motivo que según la legislación gala puede ser considerado una falta como la infidelidad o el no respeto hacia el otro, y argumento suficiente para solicitar y ejecutar un divorcio.

Del artículo 215 de dicho texto se deduce que la cohabitación no sólo se limita a compartir el mismo techo, sino también la misma cama. La separación de Jean Louis y Monique, dictada en 2009 por el juez de asuntos familiares de Niza, fue recurrida por el esposo ante la Corte de Apelación de Aix en Provence (sur de Francia) que ahora no sólo le ha considerado único responsable del divorcio sino que le ha impuesto una sanción económica para resarcir el daño moral supuestamente infligido a su cónyuge. Y es que según los magistrados, «las relaciones sexuales entre esposos son la expresión del afecto que se profesan mutuamente».

De poco le ha valido protestar o incluso reconocer que con los años «las relaciones se habían ido espaciando». Ni el «cansancio» por los horarios de trabajo, ni los «problemas de salud» invocados por el ex marido han servido para justificar su abstinencia sexual y su falta de deseo carnal ante una corte que, curiosamente, tampoco se habría molestado en evaluar el apetito sexual de la señora y que en su fallo no deja claro cuál es la frecuencia amatoria necesaria en una pareja para no encontrarse fuera de la ley.


El precedente argentino
Una mujer de Rosario (Argentina) pidió la disolución de su matrimonio con el argumento de que su esposo era impotente. El juez le dio la razón, por lo que el esposo se ofreció a mantener relaciones sexuales delante de los magistrados para demostrar que no era cierto. La mujer aportó estudios ginecológicos que daban cuenta de que ella no tenía ningún problema que le impidiera mantener relaciones sexuales.