Aeropuertos
Un gran golpe de efecto
Los controladores eran muy impopulares, pero ahora son los campeones mundiales. Son los malos, muy malos, de la película. Ni siquiera Cabo, el guaperas oficial, consigue que caigan bien entre el resto de españoles. La huelga del viernes les ha dejado sin ninguna credibilidad. No importa sus argumentos, porque han perdido la batalla de la opinión pública. Es lo peor que les podía suceder. Haga lo que haga el Gobierno, tendrá el respaldo popular. Le han servido en bandeja, además, un golpe de efecto impagable. Rubalcaba lleva desde el viernes satisfecho frotándose las manos por esta oportunidad. Se ha declarado el Estado de Alarma, algo que no se hizo tras el golpe del 23-F o del atentado del 11-M, pero el apoyo a la medida es generalizado. Los controladores han quedado como unos bravucones sediciosos que se acobardan cuando se les planta cara. Y eso que alguno decía que eran capaces de tumbar al Gobierno. Es el fin de un colectivo que no ha sido noqueado sino laminado.
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