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Un español universal

La Razón
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En política a veces es muy saludable tomar medidas que pueden parecer impopulares. No es nada popular, y quizá políticamente desaconsejable, tocar a los sindicatos cuando se recorre el último tramo de la legislatura y se encara la carrera electoral. Habrá quienes piensen que meter el palo en el avispero cuando las abejas están más revueltas es una forma de provocar una reacción en cadena. Pero a veces es necesario afrontar el riesgo para poner fin a situaciones insostenibles; coger el toro por los cuernos, tarea en la que se ha especializado Esperanza Aguirre.
Me refiero a la decisión tomada el pasado jueves por el Gobierno regional de reducir el número de liberados sindicales en la administración autonómica, lo que supone un ahorro de 73 millones de euros anuales. No se trata, como dicen los sindicatos, de un atentado a la democracia, porque se respeta el número de liberados sindicales que marca la ley. Es una medida discutible, pero sin duda, valiente, sobre todo por el tiempo político que corre; una medida que deberían tomar otras administraciones. Ya sé que el vicealcalde, Manuel Cobo, dijo recientemente que en el Ayuntamiento de Madrid no sobran liberados, pero la percepción que tenemos desde nuestra experiencia y sobre todo desde la opinión de personas que han tenido, o tienen, alguna responsabilidad en la Casa de la Villa, es que hay más liberados de los que marca la ley, aunque quizá el Gobierno municipal estime conveniente no meter el palo en el avispero.