El sueño del oro

NOVI SAD (SERBIA)- Hoy arranca el Europeo en Serbia y la Selección va a luchar por conseguir la plaza directa que está en juego para asistir a los Juegos de Londres sin tener que disputar el Preolímpico en abril. El equipo de Valero Rivera juega la primera fase en Novi Sad, a orillas del Danubio, en el grupo de la muerte con la todopoderosa Francia, Hungría y Rusia. «El Europeo es el campeonato más difícil que hay en el balonmano mundial», ha afirmado acertadamente Iker Romero.
La España de Valero Rivera ha ido de menos a más en los últimos años. La decimotercera plaza del Mundial de 2009 en Croacia contrasta con el bronce que se conquistó el año pasado en el Campeonato del Mundo de Suecia. La preparación para el Europeo ha sido buena, los jugadores llegan la mayoría en un gran estado de forma y los resultados que se han venido produciendo en los últimos meses invitan al optimismo.

El gran objetivo es conseguir la única plaza que da acceso a los Juegos. Sólo el campeón tendrá el pasaporte olímpico; la plata también da el billete a Londres siempre y cuando Francia sea campeona. España se estrena mañana ante los galos, un equipo que nadie ha sido capaz de derrotar en los últimos años. Sólo «La Roja» ha sido capaz de frenarla con tres empates. Luego llegan Hungría y Rusia. La Selección debe alcanzar la segunda fase con puntos para aspirar a las semifinales. En la ronda definitiva, antes de la lucha por las medallas, pueden aparecer Croacia, Islandia y Noruega. El seleccionador tiene claro cuál es la clave para avanzar con opciones: «El partido clave no es el de Francia. Será el de Hungría, una selección que ha mejorado muchísimo y, aunque le hemos ganado las últimas veces es un equipo que cada vez está mejor y que nos puede dejar fuera, por lo que para mí será clave».

Será un campeonato en el que después de muchos años se volverán a ver en los pabellones fuertes medidas de seguridad con controles de pasaportes, detectores de metales, ley seca y muchas prohibiciones más, aunque la más llamativa es que sólo se permite introducir en los recintos deportivos un máximo de tres bombos.