Montevideo

Muere el poeta Tomás Segovia el hijo del exilio

Barcelona -Más de sesenta años de andadura literaria llegaron ayer a su fin, con la desaparición, en México, del poeta valenciano Tomás Segovia. Desde su primer libro de poesía, «La luz provisional» (1950), hasta el último, de reflexiones, «Digo yo» (2011), su vida estuvo consagrada a la literatura y marcada por el exilio

Consagró su vida a la literatura
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Nacido en 1927, desarrolló sus estudios en el Liceo Francés de Madrid, y también en Francia y Marruecos, y fue en el periodo de la Guerra Civil cuando su familia se trasladó a México, donde ingresó en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma, en la que más adelante trabajaría en su área de divulgación cultural. Hoy, la prestigiosa revista de este centro donde colaboraba y se le dedicaban artículos está de luto, junto con Fondo de Cultura Económica y Pre-Textos, las editoriales que habían ido publicando sus obras a ambos lados del Atlántico.

Traductor de Bloom
Referente inexcusable del exilio español en México, Segovia siempre rehuyó de etiquetas que simplificaran orígenes geográficos o patrias. Para el excelente traductor de libros como el monumental «Shakespeare» de Harold Bloom, la poesía era el único país del poeta, y su tiempo actual, su campo de acción más allá de lenguas y nacionalidades. Así lo puso de manifiesto en diversas ocasiones a lo largo de una trayectoria muy activa: fundó la publicación «Presencia» en 1946 y dirigió la «Revista Mexicana de Literatura» entre los años 1958-1963; se dedicó a la enseñanza en el Instituto de Intérpretes y Traductores, y a la investigación en El Colegio de México, y fue profesor visitante en la Universidad de Princeton. Asimismo, se dedicó a la difusión cultural en Montevideo en 1963-64, a lo que siguió una estancia en París como colaborador de editoriales.

Todos los campos
Todo un todoterreno, en definitiva, que cultivó la narrativa en títulos como «Trizadero» (1974), «Personajes mirando una nube» (1981) y «Otro invierno» (2001), en teatro: «Zamora bajo los astros» (1959), en ensayo: «Contracorrientes» (1973), «Poética y profética» (1986) y «Alegatorio» (1997) y, por supuesto, en la poesía: «El sol y su eco» (1960), «Anagnórisis» (1967), «Figura y secuencias» (1979) y «Cantata a solas» (1985). Obtuvo por ellos algunos de los más importantes galardones de las letras hispanas: el Xavier Villaurrutia y el Alfonso X de Traducción, el Octavio Paz de Poesía y Ensayo, y el Internacional de Poesía Federico García Lorca, otorgado en Granada a toda su obra literaria, entre otros. Desde 1985, tras jubilarse, repartía su tiempo entre Madrid y el sur de Francia, sin dejar de hacer traducciones y dando conferencias con intensidad admirable.

Admirador de Ramón Gaya
El poeta mexicano de origen valenciano se confesaba admirador del pintor y poeta español Ramón Gaya, leyó con atención a Claude Levi-Strauss, fundador de la antropología estructural, y fue además un crítico de los postestructuralistas.