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África se hace fuerte en Maspalomas

La Razón
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Valladolid- De nuevo se obró el milagro de que bailarines de tres continentes ocuparan el mismo escenario en un cálido rincón de las Canarias. En tiempos de recorte, el festival de Maspalomas ha crecido en representación. Esta vez destacó la incorporación de compañías africanas. Ese fue el caso de «Tabdila», una pieza de Wajdi Gaui, que convirtió durante unos minutos el teatro en el campo de batallas que fueron las calles de la capital de Túnez durante las revueltas que han culminado el pasado fin de semana con elecciones libres. El coreógrafo reivindica el papel de la juventud en esta transición a la democracia. También nos llegó la realidad de la República Demócratica del Congo con «Laisse-moi parler», de Jacques Bana Yanga, otro manifiesto coreográfico político a favor de la libertad de expresión para las nuevas generaciones africana, que además obto el segundo puesto en el certamen coreográfico. La muestra tiene el aliciente del concurso, en la que vienen imponiéndose durante los últimos años los asiáticos. Taiwán se llevó esta vez el premio a Oriente, la coreografía «On the Road», de Tsun-Lung Cheng, en la que reflexiona sobre el proceso de aprender a danzar con influencias tanto orientales como occidentales. España también tuvo sitio en el palmarés con «Moscow», tercer puesto en coreografías para Marcos Morau, que se inspira en los gimnastas soviéticos.

En la categoría de solos, el dominio asiático fue aún más aplastante. Se hizo con el máximo galardón la japonesa Emily Tanaka, en una pieza que juega con la luz y la oscuridad. Corea del Sur se encaramó al segundo y tercer puesto con «Not I», de Choi Young Hyun, inspirado en Beckett, y «Waves», de Sun-A-Lee, una propuesta en la que las olas recorren el cuerpo de la bailarina.