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Mourinho no puede con Pep

Insiste Woody Allen en que «el dinero es mejor que la pobreza, aunque sólo sea por razones económicas». Añado, vencer al Barcelona es mejor que empatar, aunque sólo sea por ganar la Liga. El Madrid se apuntó a la teoría y perdió en la práctica. Pensaba que esta vez sí podía. Rozó el palo, marcó en el primer minuto, pudo aumentar la ventaja y le falló Cristiano Ronaldo, el artillero.

En directo: Real Madrid 0-0 Barcelona
En directo: Real Madrid 0-0 Barcelonalarazon

MADRID- Entonces se impuso el exquisito toque de balón azulgrana, la clarividencia de Iniesta, la destreza de Xavi, la picardía de Messi y el acierto rematador. La Liga recupera emoción. El Barcelona, con el 1-3, es líder, pero con un partido más. Llora Cibeles y ríe Canaletas, lo habitual.

El fútbol no encierra más misterios que el del resultado; lo demás son dudas, probabilidades; ninguna certeza. Cabía la posibilidad de que Mourinho alineara a Coentrao en el lateral derecho, porque Arbeloa no está al ciento por ciento, porque Ramos como central rinde más y porque prefiere a Lass al lado de Xabi, y así lo hizo. El portugués jugó ahí contra el Sporting. Sorprendió, no obstante, al alinear a Özil por Khedira. Conclusión: quería discutirle el balón al Barça, y el partido. Y la grandísima duda, según para quien, Benzema o Higuaín. Optó por el francés.

Guardiola tampoco mostró sus cartas hasta el final. Se inclinó por la defensa de cuatro, con Piqué y Puyol en el centro, y por el buen momento de Alexis –autor del 1-1, para darle la razón–, en lugar de Villa, una decisión dolorosa para el «Guaje», a quien el entorno azulgrana, medios afines y soplones habituales, ya le han puesto en el escaparate a final de temporada. Las alineaciones de su entrenador alimentan el traspaso, que será un negocio tan ruinoso como el de Ibrahimovic, de cristalizar, porque en dos años no se amortizan 40 millones. Pep, antesala de la noticia al margen, apostó por la seguridad de toda la vida atrás –y le «traicionó» Valdés al facilitar el 1-0 de Benzema–, la posesión en el centro del campo con los cuatro campeones del mundo y la impronta de Messi, el desequilibrador.

Que Mourinho quería ganar el partido, a toda velocidad y sin especular, lo demostró cuando el Barça sacó de centro y se encontró con la defensa madridista, asentada en la línea media en las narices. Presión arriba para evitar la circulación del balón y en el segundo 22, ¡bingo! Valdés cometió un error clamoroso, impropio de un portero de su categoría, que además domina el juego con los pies, y pasó la pelota a Di María, que centró, tocó en Busquets, llegó a Özil, disparó, y el rebote, de nuevo en Busquets, lo recogió Benzema para hacer el 1-0.

El gol descolocó al Barcelona y animó al Madrid que, no obstante, fue incapaz de aumentar la ventaja. Le perdió el ansia de Cristiano Ronaldo, especialmente desafortunado; todo lo contrario que Casillas, quien tras un patinazo de Ramos atajó el tiro envenenado de Messi. Este acierto dio alas a Benzema y Di María. Cuando Karim tocaba pasaba algo, dio medio gol a Cristiano y éste tiró a las nubes con el «Fideo» desmarcado, y desesperado por el egoísmo de su compañero. El portugués quería marcar desde cualquier sitio y no dio una.

Perdonó el Madrid y lo pagó caro. Messi, cómo no, volvió a liársela. Cogió la pelota en la frontal, vio el desmarque de Alexis,se la pasó, el chileno se anticipó a Coentrao y a Pepe y cruzó lejos del alcance de Casillas. Un golazo. El tanto afianzó el dominio azulgrana, entraron en acción Iniesta y Xavi, también Messi y Alves, y al Madrid ya no le bastó con el fútbol explosivo de Di María, «di namita», que sólo encontraba respuesta en Benzema.

Empezó el segundo tiempo y el Madrid, rápido en el comienzo del primero, se mostraba ahora acelerado, como si quisiera meter el tercer gol antes que el segundo. Y al Barça no se le puede jugar con prisas, con ansias; menos aún si le acompaña la suerte, como cuando el chut de Xavi pegó en Marcelo y se coló pegado al palo.
Con el partido perdido, Mourinho introdujo cambios: Kaká por Özil, casi inadvertido; Khedira por Lass, pasado de revoluciones, e Higuaín por Di María, agotado. Se produjo una leve reacción encabezada por Kaká, tan inapreciable que el Barça sumó el tercero. Fue un contragolpe prodigioso: Messi, Iniesta, Alves, el que centró, y cabezazo de Cesc, más rápido que Coentrao. El 3-1 fue una losa.

Dejó escrito Groucho Marx que «la felicidad está hecha de pequeñas cosas: un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna...», y hablando de fútbol, un pequeño triunfo, o sea, una victoria por mínima que sea ante el más directo y encarnizado rival. La alegría lógica por ganar a cualquiera se multiplica cuando el partido es entre estos dos contrincantes, cualquiera que sea el vencedor. En este partido, volvió a ganar Guardiola a Mourinho. El triunfo, 1-3, es contundente. Y dolorosa la derrota. El Madrid no ha perdido la Liga; ¿la moral?, se la quitó el Barça.

 

«Mou» saludóa Vilanova
El reencuentro de José Mourinho y Tito Vilanova se hizo esperar. Era la primera vez que se volvían a ver desde el incidente del dedo en el ojo en la vuelta de la Supercopa, aunque ya había habido un acercamiento por parte de «Mou» al enterarse de la peligrosa operación a la que fue sometido el segundo del Barcelona. Vilanova está todavía medio de baja, pero fue a Madrid en AVE, mientras los jugadores viajaban en avión. Se sentó en el banquillo. Mourinho fue a buscarlo antes del comienzo del encuentro, justo después de haber saludado a Guardiola. No lo encontró. Antes del pitido final, el portugués volvió para firmar el apretón de manos más esperado.