Reforma constitucional

Títere con cabeza por Javier G Ferrari

La Razón
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Sin duda alguna la gran urgencia de España es volver a la senda del crecimiento económico y crear empleo. Por eso el presidente del Gobierno se pasa el santo día de la ceca a la Meca intentando hacer entrar en razón a los socios de la eurozona que todavía se resisten a combinar austeridad con prudencia, pero también con generosidad, y planes que permitan invertir con inteligencia y rigor para que la Unión Monetaria no termine siendo un fracaso del que los europeos no podamos levantarnos en décadas. Hace bien Rajoy en centrarse en esa complicadísima tarea después de que recogiera un país con más agujeros que un queso de Gruyère. Pero la crisis española tiene unas particularidades de un calado más que inquietante. La peor herencia de las dos legislaturas socialistas no es, a largo plazo, la económica. Institucionalmente España se encuentra en una situación en la que no queda títere con cabeza. De las tres décadas largas de democracia, el centro derecha ha gobernado una tercera parte, y en los años de la Transición, desde una debilidad extrema en la que se cedieron demasiadas cosas para que la izquierda socialista, que se pasó todo el franquismo desaparecida por voluntad propia, no forzara la llamada ruptura democrática. Hoy, después de la última etapa del PSOE en el poder, desde la Corona a la Justicia, pasando por los partidos políticos y los sindicatos, están puestos en cuestión. Los últimos espectáculos ofrecidos por el Tribunal Constitucional con la legalización definitiva de ETA sin tan siquiera sugerirle a cambio que desaparezca de una vez como banda del crimen organizado, o la cacería del presidente del Supremo y del CGPJ, sin más pruebas que la de un estado de opinión creado manipulando una realidad que niega el propio Tribunal Supremo, están alimentando un caldo de cultivo del «todo vale» peligrosísimo. Este Gobierno, que ha decidido que la Nación sólo tiene un problema económico y por lo tanto no es necesario debatir sobre nada más, al menos en este año, puede estrellarse contra el muro de una sociedad que se encoge de hombros ante todo lo que no sea la cartera.