Cataluña

El café de Clavero y la unidad nacional

La Razón
La RazónLa Razón

Si sólo Cataluña, País Vasco y Galicia hubieran accedido durante la Transición a la autonomía política, hoy es muy posible que ninguna de estas tres regiones (o nacionalidades) formara parte de España. Ya sé que es historia ficción pero no me negarán que cuando sobre un mapa se singulariza y colorea una parte muy concreta del mismo, la generación siguiente suele estudiar otro mapa distinto en los libros de texto. Y esta es la gigantesca contribución del paradójicamente denostado café para todos del andaluz Manuel Clavero, nada menos que a la unidad nacional. Porque no existe ningún frenesí autonómico, el cual, si lo hubiera, sería exclusivamente responsabilidad de los partidos políticos nacionales que gobiernan la mayoría de las comunidades. Es decir, más gasto y más cargos públicos como base de una cultura partidista clientelar. Nada que ver con el modelo de Estado, pues si no existiesen las autonomías, tal hipertrofia administrativa habría anidado de igual manera, como en efecto ha ocurrido, en los ayuntamientos, diputaciones provinciales o mancomunidades. Por tanto, el problema no está en la generalización del café sino que los partidos han aprovechado la dinámica autonómica para abrir la barra libre. Y ahora, con la brutal crisis presupuestaria ya no hay whisky para todos. Pero, y aun exigiendo tomar medidas, se trata de una cuestión cuantitativa, no cualitativa, y sólo hay que comprobar cómo nacionalistas vascos y catalanes han excitado sus jugos gástricos solo con pensar en la decimonónica cartografía en la que a la mayor parte de España se la denominaba Castilla y territorios asimilados. Por lo demás, Zapatero, que huele e hila fino, ha abonado hábil y ambiguamente este debate de tal forma que ya no es él sino las autonomías las culpables de la situación económica mientras el PP se dispone ciegamente una vez más a enturbiar su relación con las formaciones periféricas sin saber todavía si no le serán vitales.