Terrorismo

El jefe superior de Policía del País Vasco en el centro de la sospecha

El juez Pablo Ruz sostiene que el jefe superior de Policía del País Vasco, Enrique Pamiés, era "una de las pocas personas que podía tener acceso"a la información que recibió el dueño del bar Faisán, Joseba Elosua, cuando recibió el soplo de la operación que se iba a hacer contra la red de extorsión de ETA. 

El juez sostiene que la declaración judicial de Pamiés, en la que aseguró que el 4 de mayo de 2006 -día del chivatazo- tenía una cita con un confidente policial y envió a Ballesteros para que le hiciera la cobertura, "carece de consistencia o coherencia"basándose en los hechos que estaban ocurriendo los días 3 y 4, cuando ya se habían producido reuniones de los miembros de la red de extorsión de ETA.

Según detalla el auto, los datos proporcionados a Elosua por su interlocutor cuando recibe el chivatazo son "concretos, específicos y recientes de la investigación, de conocimiento restringido, limitado a un círculo reducido de funcionarios".

"Pamiés conocía en la fecha y hora en la que suceden los hechos, todos los extremos objeto de la investigación que le son revelados a Joseba Elosua en la conversación que el mismo mantiene a través del teléfono móvil que le pasan en el interior del bar, siendo una de las pocas personas que podía tener acceso a toda esa información", indica el juez.

Entre los indicios que cita el juez, figuran el conocimiento que tuvieron de la filtración a través de la baliza instalada en el coche de Elosua -que reconoció a su cuñado que un "txakurra"("policía"en términos despectivos) le alertó de la operación policial- o la presencia de Ballesteros junto al bar Faisán en los minutos previos a producirse la llamada del soplo, que presuntamente se produjo entre las 11:20 y 11:30 horas.

Una sola llamada entre funcionarios de policía: Ballesteros a Pamiés

En ese intervalo de tiempo, precisa el auto, hay 63 llamadas salientes ubicadas en la zona de los hechos pero "únicamente una llamada aparece efectuada entre dos sujetos que son funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía", que se corresponde con la realizada desde el móvil de Ballesteros al de Pamiés.

Según se desprende del relato cronológico de las llamadas telefónicas efectuadas, fue una llamada de García Hidalgo a Pamiés, la que precipitó el chivatazo a ETA.

En la noche del 3 de mayo de 2006, García Hidalgo es informado de los pormenores de la operación que se estaba preparando contra la red de extorsión de ETA, lo que provocó que inmediatamente después el procesado llamara por teléfono a Pamiés, con el que habló cerca de 28 minutos, y repitió los contactos telefónicos en otras dos ocasiones a lo largo de esa noche.

Es a partir de ese momento, relata el juez, cuando el jefe superior de Policía del País Vasco contacta con Ballesteros para que al día siguiente se desplace a Irún al objeto presuntamente de informar a Elosúa del operativo policial en marcha "con la intención de frustrar el mismo".

Tras consumarse el chivatazo, Pamiés llama inmediatamente a García Hidalgo con quien habla durante cinco minutos. En días posteriores y para garantizar la confidencialidad de sus conversaciones, los tres procesados comienzan a utilizar teléfonos "de seguridad"de tarjeta prepago ante las sospechas de que las llamadas estaban siendo intervenidas.

Ruz también cita como indicio la "clara disfunción en el normal y habitual funcionamiento de la cadena jerárquica de mando"que se produce el día de los hechos, lo que resulta "especialmente significativo"comparado con la operación policial hispano-francesa desarrollada entre el 19 y el 20 de junio de 2006 contra la red de extorsión y en la que, entre otros, se detuvo a Elosua.