Federico Castaño: «En España hay gastos obscenos»

–«El despilfarro». ¿Un vicio muy español?
–Sí. Nos hicieron creer que éramos ricos y ahora toca bajar de la nube.

–¿Ejemplo de despilfarro grave?
–El traslado del Ayuntamiento de Madrid a la sede de Correos. Costó 440 millones. Era innecesario, y más en tiempo de crisis.

–¿El despilfarro más común?
–El dedicado a personal. Hay ayuntamientos con el 60 por ciento del presupuesto dedicado a nóminas. Queda poco para los servicios.

–¿Despilfarro y corrupción son primos hermanos?
–Sí. Por la opacidad, por la falta de control.

–La frase más repetida: aquí no paga nadie...
–Por eso han tenido que cerrar muchas empresas acreedoras de ayuntamientos y comunidades. A partir del 22-M las cosas cambiarán.

–¿Por qué?
–Ya no se temerá al desgaste electoral y tendrán que tomar medidas de ajuste muy duras. La única comunidad que ha hecho un gran recorte antes de las elecciones ha sido Madrid.

–Parece que desconociéramos palabras como austeridad, disciplina...
–Sí. Nuestra generación, la suya y la mía, está preparada para volver a ser pobre: vivimos la posguerra. Nuestros hijos no están preparados para eso.

–Subtítulo de su libro: «La sangría de la España autonómica». ¿Cómo se frena esa sangría?
–Sólo con un gran pacto de Estado entre los dos grandes partidos. Puede que llegue después de las elecciones generales cuando vean que la crisis desgasta por igual a los dos. Tendrán que reordenar, ajustar.

–Habla de dispendios obscenos...
–En Extremadura, se emplearon 14.000 euros en la campaña «El placer está en tus manos». En Baleares se dedicaron 300.000 euros a un cómic a favor de la causa palestina. Sólo son ejemplos.

–¿Ejemplo de obra faraónica inútil?
–El palacio de Congresos de Zaragoza. Se emplea dos veces al año.

–Se construyeron cantidad de aeropuertos innecesarios...
–Sí. Mire el de León, en el que Zapatero puso tanto interés. Construido para recibir 5 millones de pasajeros al año, tuvo 80.000 en 2010.

–¿Quién ha tirado más con pólvora del rey?
–El tripartito de Cataluña. Dejó como herencia una deuda enorme.

–Y encima no les gustaba el Rey...