Cataluña

«Más que un club» por Enrique Lacalle

La Razón
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Hay eslóganes que, sin duda, hacen fortuna y uno de ellos es «més que un club» (en castellano «más que un club»), que reflejó una realidad cuando fue creado (en 1968) en una época no democrática. Durante muchos años, el Barça fue un refugio de libertades y sensibilidades que sobrepasaban el fútbol. El Barça ha sido y es un símbolo para Cataluña, en donde han anidado frustraciones y alegrías. Fíjense ustedes que para un presidente de la Generalitat electo, el día más grande siempre ha sido su entrada en el palco del Barça y el aplauso recibido. Este hecho da la dimensión de lo que representa para Cataluña.

Durante toda mi vida como socio, y muy especialmente en la etapa como directivo, he rechazado la politización del Barça, pues nuestro club ha sido y es extraordinariamente plural en las sensibilidades políticas y también en cuanto a su composición de la masa social, donde conviven gentes de Cataluña, del resto de España y del mundo; allí se habla en catalán y en castellano, pero también en el resto de los idiomas de nuestro planeta. Es seguido en los cinco continentes, por lo que podríamos decir que es un club universal, todas las juntas directivas de la historia, y especialmente las de la etapa democrática, han cuidado mucho las formas, fruto de esa pluralidad.

El Barça ha sido un elemento extraordinario de integración social, de cruce de culturas y de convivencia. Una forma de integrarse cuando llegabas a trabajar a Cataluña era hacerse socio del Barça, y en Cataluña se ha hablado en catalán y en castellano en función de cómo la gente se ha conocido, con absoluta naturalidad, incluso muchos se dirigen en catalán y otros contestan en castellano en la misma conversación, y viceversa, sin problema.

Creo que, más que la sociedad misma, más que la calle, los problemas han sido creados por los políticos y las políticas partidistas. Antes y ahora, Cataluña ha sido un pueblo práctico; un ejemplo es que todos los padres queremos que nuestros hijos hablen catalán, castellano y como mínimo un idioma más, en estos momentos el inglés. Eso es una riqueza que va ligada a un pueblo cargado de sentido común y en el que ha prevalecido tradicionalmente más el diálogo que la ira y en donde las banderas han aparecido en los momentos importantes de forma mayoritaria y de nuevo plural. Obviamente la bandera catalana ha estado y estará muy presente, pero en la final de fútbol, que ganó España, de los Juegos de Barcelona, el Camp Nou estaba plagado de banderas españolas.

Creo que, en la situación actual, hoy primarán las señeras. Estamos en momentos difíciles, especialmente económicos por la crisis profunda que padecemos, y puedo asegurarles que el quid de la cuestión en estos momentos es lo que aporta Cataluña al Estado y lo que recibe, lo que podríamos denominar criterios de solidaridad interterritorial. Aquí también considero, y no soy dudoso, que en momentos de bonanza cuesta menos ser generoso, dando más de lo que recibes, pero en momentos de crisis sería bueno revisar esos criterios que ayudarían mucho a calmar las aguas turbulentas.
Son momentos de diálogo y de «seny» («sentido común») para que todo vuelva a su cauce, y es posible.

Muchos estamos trabajando para ello.