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Festival y apoteosis del «todo vale»

Valencia. Segunda de la Feria de Fallas. Se lidiaron toros de Vegahermosa y Jandilla (3º y 5º), bien presentados, aunque desiguales en peso. En general, de buen juego, salvo el 4º, con menos fuerza y complicado. Casi lleno. El Cordobés, de purísima y oro, estocada casi entera, aviso (oreja); cuatro pinchazos, estocada corta (silencio). Rivera Ordóñez «Paquirri», de nazareno y oro, entera (oreja); media estocada (oreja). El Fandi, de burdeos y oro, estocada entera (dos orejas); pinchazo, entera (oreja con petición de la segunda). 

Festival y apoteosis del «todo vale»
Festival y apoteosis del «todo vale»larazon

Casi se llenó la plaza para presenciar el segundo festejo del abono fallero, una corrida en la que se anunciaban dos matadores muy populares gracias a su habitual presencia en revistas de sociedad y programas de cotilleo, medios en los que se habla de todo, menos de toros. No es por tanto de extrañar que se aplaudiese hasta la voltereta que dio el primer toro de El Cordobés, un ejemplar de Vegahermosa blandito y sin codicia en el primer tercio. Su muerte fue brindada a un público enfervorecido con el gesto. A golpe de flequillo y sonrisa «profiden» hizo que le fueran jaleadas sus series iniciales, bastante atropelladas y rápidas, sin acoplarse ni quedarse quieto a lo largo de un trasteo zigzagueante de puro intermitente del que sólo destacaron algunos derechazos aislados en los que hubo algo más de temple. La rana, los desplantes finales y hasta el arreón que se llevó contra las tablas tras la estocada que culminó su primer turno propiciaron la primera oreja de la tarde.

El cuarto, mucho más justo de fuerzas, manseó en varas y esperó en banderillas. En el último tercio no humilló y desparramó más la vista al ser su lidia bastante anárquica y desordenada. Para colmo, le costó mucho matar.

Romaneó hasta casi derribar el segundo, un toraco de más de 600 kilos, que, sin embargo, salió suelto y manseando. Banderilleó sin especial brillantez Paquirri y no pasó de discreto con la muleta pese a la bondad de su oponente, que se desplazó con buen son y recorrido aun con el hándicap de su mucho peso. Abusó el torero de desplazarle hacia afuera y torear aprovechando el viaje del animal, sin apreturas ni compromiso, al amparo de un sector de la plaza que no cesó de jalearle al grito de «Guapo, guapo». La estocada final, lo mejor. Blandeó más el que hizo quinto, al que casi no se picó. Pese a ello, le costó mucho seguir el engaño y no ayudaron los numerosos tirones que le dio su matador, toreando en todo momento por y para la galería, lo que le valió salir a hombros.

El Fandi, que recibió a su primero con dos largas de rodillas, tiró de repertorio con la capa poniendo en suerte y quitando con mucha variedad. Entusiasmó con la exhibición atlética que protagonizó al banderillear y con el apoyo popular incondicional sacó una faena efectista, siempre de cara al tendido, sin rematar ninguna serie. Paseó dos orejas. 

Muy similar fue su segunda actuación, volvió a banderillear con más espectacularidad que pureza, clavando casi siempre a toro pasado y muleteando después con mucha rapidez. Primó la cantidad sobre la calidad y ofreció, sobre todo, muchísima fiesta al personal, que no valoró en ningún momento si lo que sucedía en el ruedo tenía o no importancia. Volvió a estar muy eficaz con el estoque y se convirtió en el primer gran triunfador de la feria.