África

Luanda

«Abençoa a nossa terra»

La Razón
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Hace un calor húmedo y agobiante en Luanda, capital de Angola. La ciudad es un hervidero de personas con camisetas y gorras blancas con la imagen del Papa y la frase de bienvenida: «abençoa a nossa terra». El caótico tráfico habitual de la ciudad es hoy aún peor, pero nada quita la alegría a las miles de personas que de todas partes de Angola han venido para recibir al Papa. Esto es una fiesta y por eso cantan y bailan con esos ritmos que la gente tiene en estas tierras. Destaca la presencia de muchísimas mujeres. Ellas son la columna vertebral de este país y por eso el Papa les va a dedicar un acto especial. Atrás quedó para este pueblo el horror innombrable de veintisiete años de guerra civil. La sangre se ha vuelto blanca con la luz de la esperanza, con la fuerza de un Papa que quiere acariciar, que quiere dar un beso en la frente a tanto angoleño que sólo ha conocido el odio, el rencor y la miseria de no tener lo más mínimo para vivir con la dignidad de un ser humano. El Papa viene a reforzar la fe de este sufrido pueblo, a cerrar todo vestigio de odio, a que Occidente ponga los ojos en África, no como en la pobre a la que soltamos indolentes unas monedas, sino como en la hermana con la que debemos ejercer la justicia, la caridad y el amor. No falta mucho para que sean ellos los que evangelicen nuestros países. El Papa toca al enfermo, le bendice y le dice, como hizo Jesús, «levántate y anda».

*Dirige Ayuda a la Iglesia Necesitada; escribe desde Luanda