Alimentación

Alcohol y carne roja aliados del «michelín»

Es posible ganar la batalla al «flotador» y lucir una tripa de anuncio siempre y cuando eliminemos de la dieta las grasas saturadas, la bollería y el alcohol. Apostar por el pescado, la fruta, la verdura y el aceite de oliva es la clave para reducir la adiposidad del abdomen. Contra la retención de líquidos, té verde y poca sal

Alcohol y carne roja aliados del «michelín»
Alcohol y carne roja aliados del «michelín»larazon

Liso, semejante a una tabla de planchar y, a ser posible, firme. Los temidos «michelines» siempre hacen su aparición en el momento más inesperado y se asoman sin previo aviso. Lucir un vientre plano supone el caballo de batalla para casi todas las mujeres pero, conseguirlo no tiene por qué ser una misión imposible. No existen fórmulas mágicas para deshacernos de la «barriguita», aunque tal y como asegura el doctor Alfonso Calle, jefe del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, «la distribución de la grasa y, en concreto la abdominal, está relacionada con algunos aspectos genéticos pero, fundamentalmente, con el estilo de vida como la actividad física y la alimentación».


Aunque a primera vista no suponga ningún riesgo tener más o menos tripa y apenas notemos los síntomas, según el doctor Alejandro Domingo Gutiérrez, especialista en Medicina Interna, Endocrinología y Nutrición del Hospital USP San Camilo de Madrid, «toda ingesta que sobrepase las necesidades calóricas de una persona como, por ejemplo, el exceso de grasas y dulces puede dar lugar a un aumento de las células grasas que existen en la pared abdominal». Ya no sólo por estética, sino más por salud, «a partir de valores de circunferencia de la cintura de más de 102 centímetros en los hombres y 88 centímetros en las mujeres junto con el índice de masa corporal superior a 25 está asociado a un aumento del riesgo de padecer ciertas enfermedades como diabetes tipo II, dislipemia aterógena –aumento de triglicéridos y bajada de los niveles de colesterol "bueno"o HDL–, enfermedades cardiovasculares y síndrome de apnea obstructiva del sueño, entre otros», advierte Leticia Goñi Mateos, dietista-nutricionista del Instituto de Ciencias de la Alimentación de la Universidad de Navarra (Icaun).

 

Corte radical


La primera medida que hay que tomar es cortar de raíz con todo aquello que no está dentro de lo que se entiende como una dieta saludable. Según Calle, habría que restringir «los alimentos de origen saturado que provienen de las carnes rojas, los lácteos enteros, los productos precocinados, las salsas –excepto la mahonesa que contiene aceite de oliva de tipo poliinsaturado– y la confitería como bollería y galletas ya que poseen grasas «trans» que provienen de las mantequillas». El alcohol y las bebidas con gas tampoco se quedan exentas. Para Goñi, «los consumidores de grandes cantidades de alcohol tienden a tener mayor grasa abdominal que aquellos que ingieren poco, por lo que se puede deducir que contribuye a aumentar los acúmulos grasos en la tripa». En esta misma línea se sitúa Calle quien añade que «para una mujer una copa de vino puede ser buena, mientras que dos o más, perjudicial. No hay que olvidar que el límite entre lo saludable y lo perjudicial es mínimo. Además, los refrescos por su contenido en gas provocan hinchazón y es mejor moderar su consumo». 


Retomar las buenas costumbres y aliarnos con la diversidad de productos que nos ofrece la dieta mediterránea es, sin duda, la clave para lucir una tripa de anuncio. Para Domingo, lo más recomendable es «seguir una dieta equilibrada rica en proteínas, con abundantes verduras y frutas y tomar un par de veces a la semana arroz o legumbres». Otro de los puntos esenciales son, para Goñi, «llevar un adecuado aporte de energía en función de cada individuo y un correcto reparto de macronutrientes. En éstos se establece que se debe incluir menos de 300 miligramos de colesterol y más de 25 gramos de fibra al día». Al margen de llevar una dieta sana, tal y como explica Calle, «hay algunos productos que favorecen la eliminación de la grasa abdominal como la ingesta de poliinsaturadas presentes en el pescado azul, los frutos secos y el aceite de oliva. Independientemente de los alimentos, lo importante es la cantidad, es decir, las calorías. Las personas que consumen cinco raciones al día de frutas y verduras, al tener poca carga energética, inducen a un menor acúmulo e, incluso, descenso de la grasa central». No hay que olvidarse de incluir alimentos ricos en fibra ya que «es muy buena para bajar el contenido graso en el abdomen», sostiene Domingo.

 

Exceso de líquidos


De la misma manera que en la zona del abdomen se acumula grasa, un exceso de líquidos también puede ser un enemigo del vientre plano. Para Domingo, «evitar el estreñimiento y la producción de gases a través de alimentos ricos en fibra y no beber agua con gas y productos flatulentos, sería una buena medida para evitar la dilatación abdominal. Para que, además, no se infiltren en la pared, se debe regular el consumo de líquidos y la ingesta de sal». Esta opinión la comparte Goñi, quien añade que «se recomienda eliminar de la dieta alimentos como quesos curados y embutidos y apostar por aquellos ricos en potasio como espinacas, calabacín, champiñones, piña, plátano, albaricoque, frutos secos sin sal, patatas y legumbres». En cualquier caso, Calle recuerda que «el acúmulo de líquidos es más periférico y más propio de las extremidades inferiores. Esto se puede agravar en la mujer por el ciclo menstrual, sobre todo antes de la regla, pero si se sigue una dieta equilibrada se puede reducir». A la hora de reducir volumen y deshincharse, Goñi recomienda la toma de infusiones, «ya que muchas hierbas tienen efecto diurético como las de perejil, enebro, hojas de olivo, cola de caballo o diente de león». Y añade que «un estudio reciente relaciona el consumo de té verde y la práctica de ejercicio físico con una reducción de la grasa abdominal y de los triglicéridos en sangre en pacientes con sobrepeso y obesidad. Pero lo que no queda claro es si esta bebida por sí sola disminuiría la grasa sin la necesidad de hacer deporte». Además, las infusiones suponen, para Calle, «una medida muy más sana porque sustituyen a la ingesta de otras bebidas como alcohol y refrescos».

 

Del mal el menos, por Miguel Ángel Almodóvar

 

Lo malo del vientre abultado, curva de felicidad o tripón, es que se ve y se nota a distancia y que, por ende, se sitúa en la antípoda de los cánones estéticos contemporáneos, pero lo bueno, y de ahí que del mal el menos, es que se trata de una de las dos exclusivas zonas corporales, junto a los glúteos, en la que es posible actuar de manera selectiva sobre el exceso de grasa. Para atacar el problema conviene empezar con una dieta de adelgazamiento sensata e incruenta, sin suprimir el pan más que en las horas más próximas al descaso nocturno. Lo que sí hay que desterrar es la bollería y dulcería, los embutidos y el alcohol. Además, conviene ingerir un par de litros o tres de agua al día, y, aquí viene lo duro pero verdaderamente eficaz, hacer ejercicio aeróbico regular (caminar, correr, nadar o montar en bici) y abdominales a diario. Pero, ojo al parche, no olvidar hacer tantos lumbares como abdominales, porque, si no, el remedio podría ser, incluso, peor que la enfermedad.