
Ibiza
América

La idea de alquilar un Chevrolet azul y cruzar América con parada y fonda en Las Vegas amenaza con desvanecerse por culpa de otra mejor, la de cruzar la vida en metrobús con parada y fonda en el sueño americano. Una coletilla que, frente a lo que creíamos muchos hasta ayer, no viene de Martin Luther King y su famoso «I have a dream», ése que a veces suena en Ibiza para que lo bailen cuatro paletos. Qué va. Viene del siglo XVI, de los colonos ingleses y de su ansia por llegar a la tierra de la abundancia y las oportunidades, de la igualdad y el destino sin par. Utopías, pensarán, que no se cumplen ni aquí ni en Arizona, pero que no está de más utilizar como recurso literario cuando vives convencido de que el sueño americano es en realidad el sueño de cualquiera dispuesto a buscar todas las herramientas para que se cumpla. Amén.Viene esto a cuento de que anteayer fue 4 de julio y, sobre todo, de que aún colea el viaje a Las Vegas, un empeño de quien esto escribe desde hace muchos años, tantos, que se prometió a sí mismo llegar a los 30 habiendo cruzado el desierto de Texas con sombrero de «cowboy». Ahora, con la distancia que da haber estrenado la treintena sin Chevrolet azul ni parada y fonda en Guero's Taco Bar (bendito Tarantino), caigo en la cuenta de que tal viaje, no sé si iniciático, linfático o qué, era una trampa para creer que así habría hecho todo en la vida. Y no. Resultó que el sueño americano estaba a la vuelta de la esquina, esperando paciente con su billete de metrobús. Y ahora, con la reserva del motel cancelada sine die, puede que la siguiente parada sí sea Las Vegas, pero eso poco importa ya. Los casinos, los clones de Elvis, las ruletas y el frenesí del exceso serán sólo el oropel «kitsch» que decore el subidón que da haber alcanzado el sueño americano.
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