Fuenlabrada

El «Tigre de Parla»

La Razón
La RazónLa Razón

La política es el arte de dar, esquivar y no recibir. Cuando se entra en el cuerpo a cuerpo, se corre el riesgo de encajar demasiados golpes. Tomás Gómez saltó al cuadrilátero de la política regional dispuesto a golpear y a zafarse, a soltar los puños contra el flanco de la derecha y agazaparse en el rincón de la izquierda, esperando que el rival se fuera debilitando. No podía exponerse a un combate nulo, porque su carrera quedaría varada, y salió a por todas. Lo que pasa es que la política no es el boxeo, aunque también existan los golpes bajos. Se lanzó al ataque, pero ha descuidado su guardia. Sus años de experiencia en la alcaldía de Parla deberían haberle servido para saber que no se pueden hacer obras, sobre todo de cierta magnitud, sin licencia, especialmente en edificios protegidos donde cualquier cosa que se mueva se mira con lupa. Es el asunto del Palacio de la Prensa, situado en el escaparate de Madrid que es la Gran Vía, en el que las cosas no pueden pasar desapercibidas. Probablemente, a los promotores de la reforma se les debía suponer en poder de la licencia, pero las cosas se le han torcido a Gómez y esto le ha supuesto un golpe en el hígado, de esos que dejan sin aire. El líder de los socialistas disparó sus puños contra el PP en la supuesta trama de los espías, en el caso Gürtel, en los casos de ayuntamientos gobernados por la derecha con alcaldes bajo sospecha y hasta lanzó un directo al rostro de Esperanza Aguirre con el caso del consejero López Viejo. Pero mientras tanto ha recibido varias contras en Fuenlabrada, Leganés, Parla y, sobre todo, un golpe de esos que te dejan tambaleante: Pinto, con su moción de censura y las posteriores consecuencias. Un toma y daca del que «el Tigre» de Parla, ya veremos como sale; si se recupera o termina besando la lona. El combate sigue abierto.