Sevilla

Feria de ficciones

La Razón
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Nos ha dado Sevilla buenos momentos en los últimos días. De vuelta a Madrid y con la miel en los labios por lo que está por venir, Manzanares y Talavante en el horizonte más próximo, quedan sensaciones extrañas. En esta Feria de Abril debería replantearse el reparto de honorarios, si hiciéramos ya hoy un análisis de resultados. Los triunfos, que los ha habido, la ambición de El Juli, el valor de Bolívar, la magia rota de Morante, la belleza de Talavante, la enjundia de Manzanares... Y los últimos en sumarse al difícil reto de gustar en Sevilla justo antes de ver las caras a la Feria de Madrid fueron Sebastián Castella y Daniel Luque. Tuvo el francés una actitud elevada ante un toro malo y muy serio. Un manso perdido que saltó al ruedo como sobrero y al que el de Beziers no perdió el rastro ni un solo momento. Firmeza a fogonazos puso Luque, con un ejército de valor. Y ganó lo que era suyo, la oreja. Del resto, de todo lo bueno cimentado sobre el albero de La Maestranza apenas un par de faenas, salvemos la de Talavante, se cincelaron sobre embestidas buenas. Ayer Castella volvió a demostrarlo. Era un toraco el sobrero al que plantó cara, pero lo hizo de veras y de principio a fin. En varas, en la brega, y metiéndose después con él en tablas, desafiando así las leyes. Demasiadas divisas han pinchado en Sevilla, empezando por Victorino, pasando por los juampedro y acabando con la mansada infame de ayer de Puerto de San Lorenzo. Eso sí, El Ventorrillo lidió una buena corrida y hubo uno, el quinto, al que no se le cantó toda su grandeza. Algo falla en esto.