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Gusanos para cicatrizar heridas un remedio no tan eficaz

Los gusanos tienen el tamaño de un grano de arroz
Los gusanos tienen el tamaño de un grano de arrozlarazon

Por repugnante que pueda sonar, los gusanos se han utilizado para facilitar la cicatrización de las heridas desde hace siglos. En los últimos años se han seguido alabando las bondades de este tratamiento cien por cien natural, pero un estudio británico acaba de demostrar que quizás se habían puesto demasiadas esperanzas en las terapias con gusanos para llagas y heridas en la piel. Según se publica en el último número de la revista «British Medical Journal», los investigadores de la Universidad de York han tratado en el Reino Unido a 267 pacientes con úlcera de pierna mediante un tratamiento estándar en gel y con gusanos criados en condiciones estériles que tienen el tamaño de un grano de arroz.

Los animales fueron envueltos en un pequeño paquete del tamaño de una bolsa de té o aplicados directamente sobre la herida, por debajo de las vendas. Las conclusiones de la investigación se resumen en que los pacientes que se curaron con los gusanos lo hicieron tan rápido como aquellos que usaron el gel, aunque los primeros experimentaron un poco más de dolor

El doctor Harold Brem, un experto dedicado a las heridas de la Universidad de York, asegura que «los gusanos definitivamente funcionan, pero no es el estándar de cuidado en ningún país desarrollado». El doctor asegura que «si una persona no puede tener acceso a un cirujano, los gusanos es una buena opción». Brem no se sorprende que doctores y pacientes hagan uso de estos animales porque «los pacientes están desesperados ya que pueden perder sus piernas y alguno piensa que este método les puede ayudar», explica el doctor. Los doctores británicos han descubierto que los gusanos comieron el tejido muerto más rápido que el gel, aunque esto no acelera la curación.

El uso de estos gusanos como tratamiento de úlceras y llagas ha sido frecuente en Europa y en Estado Unidos en el siglo XIV para tratar heridas. Eran moneda común en los años 30, pero pasaron a un segundo plano cuando los antibióticos y la cirugía se generalizaron después de la segunda Guerra Mundial.