Los continuos actos vandálicos que sufren ciertas zonas de Valencia han llevado al Ayuntamiento a plantearse la instalación de cámaras de vigilancia que actúen como medida disuasoria. Así, si recientemente aprobaba la colocación de éstas en parques, jardines y monumentos históricos, ahora se plantea ampliar la actuación a las áreas conflictivas, entre ellas, el Rastro que se celebra todos los domingos en la plaza Luis Casanova y en el que se denuncian robos sistemáticos, o en la plaza de Don Juan de Villarrasa, en pleno barrio de Velluters, donde recientemente se produjo un enfrentamiento vecinal en torno a la prostitución y tráfico de drogas. La instalación de dichas cámaras deberá ser aprobada por la comisión que conforman el Tribunal Superior de Justicia, el fiscal jefe, dos abogados del Estado, la Delegación del Gobierno y el consistorio capitalino. Y será ésta también la que decida cuándo, una vez resuelto el problema, se retiran los aparatos. El objetivo, según explica el concejal de Seguridad Ciudadana, Miguel Domínguez, es que sirvan de medida disuasoria, tal y como se ha demostrado en otras grandes ciudades. Una experiencia que espera que sirva para acallar a aquellos que pudieran considerar que la instalación de las cámaras viola el derecho a la intimidad. En este sentido, Domínguez recordó que las grabaciones se borrarán una vez transcurrido un tiempo determinado y que su acceso estará limitado a un número restringido de agentes de policía. En cuanto a los primeros jardines que contarán con cámaras de vigilancia, además de las que se ubicarán a lo largo de ocho kilómetros del antiguo cauce del río Turia, serán el de Viveros, Marxalenes y el de La Rambleta, que se instalarán en las entradas y «zonas castigadas» y que se pondrán en funcionamiento en horario de noche, cuando estos espacios públicos permanecen cerrados.