España

La banca lo pone crudo

La Razón
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Algunos compradores de pisos se están encontrando con un grave problema, la posibilidad de perder el dinero que ha pagado al constructor antes de escriturar la vivienda. Ahí va el ejemplo. Una pareja compró hace unos meses un apartamento en construcción. Él, vigilante jurado, ella empleada de hogar. Sus contratos, como todos, prorrogables por seis meses hasta los dos años. Hoy han pagado los plazos tal como preveía el acuerdo con la inmobiliaria. Ahora llega el momento de firmar la escritura y subrogarse la hipoteca suscrita por la constructora con un banco. Aparece la sorpresa. El banco se niega a conceder el préstamo porque los empleos no ofrecen garantías dada la coyuntura económica y la posibilidad de que uno o los dos vayan al paro. El panorama se agrava si uno trabaja en la construcción. Más aún si son inmigrantes. Antes, el banco otorgaba la hipoteca por el 80 por ciento del valor de la vivienda, sabiendo que en unos meses ese compromiso tenía menos riesgo como consecuencia de la revalorización permanente de los pisos en el mercado. Hoy el escenario ha virado radicalmente y, en caso de impago, es muy complicado colocar el apartamento. Ante semejante dilema ¿qué sucede con el dinero que la pareja ha adelantado antes de la escritura? Ahí llega el drama. La constructora no está obligada a devolverlo porque así lo prevé el contrato y porque no es responable de la negativa del banco. A ella también se le plantea el problema de vender ese piso en un escenario desfavorable de mercado. Los bancos intentan asegurarse los cobros porque afrontan una situación complicada a la hora de conseguir dinero de sus homólogos europeos. Van fuera y España pinta mal. La desconfianza hacia ella va «in crescendo». Todos han visto con pavor los casos «Llanera» «Astroc» o la cruzada socialista contra la construcción en amplias zonas de la península. Los países no se fían de los países y los bancos no se fían de los bancos. Así están las cosas por las que «no hay que preocuparse» según cantan al alimón el presidente Zapatero y el vicepresidente económico Solbes.
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