Londres

«Monsieur» Wenger el Mesías

Un caballero que mandó repetir un partido porque su equipo hizo el gol de la victoria con un rival caído en el suelo, ha importado ese toque de fantasía.
«Monsieur» Wenger el Mesías
«Monsieur» Wenger el Mesíaslarazon

«The french touch»El éxito de la «Premier», sin discusión posible la mejor competición nacional del orbe, se debe a sus dos inventores: Sir Alex Fergusson y Arsène Wenger. Mucho más laureado el primero que el segundo por dirigir a un club económicamente más poderoso, el entrenador del Arsenal es de los pocos técnicos que no necesita coleccionar títulos para acumular un merecido prestigio. Al «francés que más ha influido en la vida de los ingleses desde la batalla de Waterloo», como lo definió un diario londinense, hay que agradecerle que haya añadido un toque de gusto exquisito a la siempre vibrante batalla que es un partido en las Islas. Todo gracias a un sistema de reclutamiento de talento joven y su minucioso pulido en la escuela del Arsenal, un vivero de estrellas sin parangón en el mundo. Para los «exitistas», Wenger es también el señor que ha ganado tres Ligas y cuatro Copas de Inglaterra o el que ha colocado al Arsenal en la élite europea por primera vez en su historia, pero sería injusto juzgarlo sólo por su (excepcional) palmarés. Tan amantes del rugby como del fútbol, los aficionados británicos al balón oval le reconocen a sus rivales del otro lado del Canal el haber combinado los rigores de un deporte tan duro con la genialidad propia de su origen latino. «It's the french touch», dicen admirados cuando el quince del gallo trenza una de sus inverosímiles jugadas. El entrenador del Arsenal, un caballero que mandó repetir un partido porque su equipo hizo el gol de la victoria con un rival caído en el suelo, ha importado ese toque de fantasía. Con el excelente resultado que todos disfrutamos.Otro Arsenio noArsène Wenger es un distinguido caballero con esa cara que tienen algunos franceses de que algo huele mal alrededor. Wenger lleva años al frente del Arsenal, equipo rojiblanco de Londres que cuenta entre su afición con Nick Hornby y mi sobrino postizo Óscar, un chaval con cara y futuro de profesor de Cambridge. Wenger gusta del buen juego. Es entrenador y mánager, dice a quién se ficha, a quién se echa, cómo se juega y quién es el capitán. No engaña a nadie con su modelo: crea bloques desde abajo con gente joven a la que permite tener tiempo, cometer errores y ser ellos mismos para, así, una vez hayan desarrollado todo su talento, sean futbolistas determinantes. Mezcla talento y fuerza y compromiso y espíritu de equipo para sacar resultados espectaculares de plantillas con las que otros quedarían a mitad de camino. Se preguntarán a estas alturas por qué tantas alabanzas cuando en teoría se trata de criticar a Wenger. Es fácil: una no cree que Wenger sea un mal entrenador, pero sí piensa que su modelo no casa con el Real Madrid actual, ese equipo sin paciencia en el que ficha un director deportivo engominado que parece ir a lo suyo, con un público ansioso a la sombra de un Barça histórico que reclama títulos rápidos, aunque sea a costa de su identidad y su futuro. Mucho tendría que cambiar el Madrid para que Wenger aguantara el tiempo necesario para ser él mismo, algo que hoy no parece posible. Es más, el Madrid ya tuvo un Arsenio que no le funcionó; pero ya se sabe que el Madrid es maestro en eso de tropezar varias veces con la misma piedra.