«La des-bushificación» continuó ayer en la capital estadounidense. En su segundo frenético día al frente de la Casa Blanca, Barack Obama llamó al orden a la CIA al firmar dos decretos ejecutivos que impondrán nuevos límites a algunas de sus tácticas antiterroristas más polémicas. El primero obligará a la agencia de Inteligencia a abandonar la red de prisiones secretas en terceros países donde ha retenido, en los últimos años, temporalmente a sospechosos terroristas. El segundo exigirá a los espías a cumplir con los tratados internacionales a la hora de interrogar a sus prisioneros, lo que desterrará la aplicación de ciertas técnicas que muchos críticos, dentro y fuera de EE UU, consideran tortura. El presidente hizo, además, ayer oficial el cierre de Guantánamo al rubricar la orden ejecutiva que echará el cerrojo a la prisión en un año.
Las nuevas reglas en la lucha antiterrorista confirman que Obama quiere actuar con diligencia en revertir las políticas más controvertidas de su predecesor. «Vamos a ganar esta lucha, pero la vamos a ganar en nuestros términos», aseveró el nuevo mandatario. Su intención claramente es estrechar la manga ancha de la CIA en la «guerra contra el terror». Obama quiere unificar las reglas para que los agentes de Inteligencia tengan que seguir los mismos procedimientos de interrogatorio que siguen los miembros del Ejército, procedimientos claramente definidos en un manual público para la extracción de información de sospechosos terroristas.
Cierto es que los métodos de la CIA ya no son los que fueron en las semanas inmediatamente después a los atentados del 11-S. De hecho, según los datos de la Prensa americana, una de las prácticas más severas, el llamado «waterboarding» o «asfixia simulada», sólo se ha utilizado contra tres sospechosos y nunca después de 2003. Pero no menos cierto es que el Congreso autorizó a la CIA en 2006 a utilizar ciertos métodos, en su mayoría clasificados, que son más violentos que los que utiliza el Pentágono.
La red de prisiones secretas de la agencia también ha dejado de tener el protagonismo que jugó en las actividades de la CIA. Por ellas pasaron los cerebros del 11-S, antes de acabar en Guantánamo hace dos años, pero se sabe que al menos dos miembros de Al Qaida han sido retenidos durante varios meses en estas instalaciones de paradero desconocido más recientemente. «El mensaje que queremos enviar al mundo es que EE UU va a continuar la lucha contra la violencia y el terrorismo de una manera acorde a nuestros valores y a nuestras ideas», aseguró Obama al firmar las órdenes ejecutivas en el Despacho Oval.
Sumido en una revisión de la política exterior de su país, prometió trabajar de manera «activa y enérgica» para lograr una paz duradera en el conflicto de Oriente Medio. Obama participó ayer en un acto en el Departamento de Estado con la nueva titular, Hillary Clinton, en el que presentó al veterano mediador George Mitchell como enviado para Oriente Medio y al ex secretario de Estado adjunto Richard Holbrooke como enviado para Afganistán y Pakistán. El nuevo mandatario, que fue muy criticado por su silencio durante la ofensiva israelí en Gaza, aseguró que Oriente Medio será una de sus prioridades. «Actuaré de manera activa y enérgica para conseguir una paz duradera entre Israel y sus vecinos palestinos y entre Israel y los países árabes».