Jubilación

Sindicalismo salvaje

¿No habrá la voluntad de encerrar a su país en una crisis prolongada, de entre diez o veinte años?

La Razón
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Cándido Méndez, el jefe de la UGT, ha propuesto reducir la jornada laboral a 35 horas semanales divididas en cuatro días. El razonamiento es sencillo: cuanto menos se trabaje, y como el total de horas de trabajo no disminuirá, más trabajo habrá para repartir. La propuesta tiene truco, y es que no se reduce el sueldo. Si se bajaran los salarios, la receta de Méndez sería una propuesta de ajuste, en sintonía con lo explicado por Krugman, que es lo que está haciendo la propia crisis en plan salvaje, sin necesidad de reflexiones teóricas ni discursos sindicales. Si no se bajan los salarios, en cambio, la receta de Méndez es una invitación al paro. Como reducir la jornada de trabajo sin bajar los salarios equivale a aumentar el coste del trabajo, la respuesta de los empresarios consistirá en prescindir en lo posible de los empleados, es decir, en despedir o en cerrar. Cuanto menos se trabaje, menos trabajo habrá. Ni siquiera se defenderán los puestos de trabajo existentes, como insinúa Méndez. Se destruirán más y volveremos a una situación como la que vivió España durante veinte años, entre mediados de los años setenta y mediados de los noventa, cuando la economía española no creó un solo puesto neto de trabajo y estábamos instalados en la precariedad y las altas tasas de paro estructurales. Una propuesta como ésta no tendría mayor importancia de haber sido lanzada desde círculos residuales. Pero va a ser uno de los mantras del nuevo Congreso de UGT, que reelegirá esta misma semana a Méndez como líder. Como se sabe que estas recetas están condenadas al fracaso, habrá que preguntarse por qué se hacen. ¿No habrá la voluntad de encerrar a su país en una crisis prolongada, de entre diez o veinte años? Dejo al lector figurarse el por qué de este empeño, pero sospecho que algo tienen que ver la influencia y tal vez el bienestar de estos sindicalistas profesionales. Cada uno defiende sus intereses y el sindicalismo no es menos salvaje, en esto, que el más salvaje capitalismo.