París

«Tal vez algún cocinero adopte un punto de divo»

«Tal vez algún cocinero adopte un punto de divo»
«Tal vez algún cocinero adopte un punto de divo»larazon

Llego tarde a mi cita con Mario Sandoval por culpa de los especiales agentes de movilidad y sus discursos. Me espera mientras bucea entre cereales Kellogg's.

-No me diga que usted también es especial.

-Claro que lo soy, pero antes de que me diga que no, tengo abuela. Déjeme explicárselo: igual que los músicos conocen las notas que deben tocar para componer, para ser un buen cocinero necesitas un buen paladar. Yo lo tengo.

-Qué cruel paradoja.

-¿El qué? ¿Lo del buen paladar o que me considere especial por ello?

-Que un cocinero nos ayude a adelgazar.

-Ja, ja, ja. Antes se decía que los médicos cuidaban la salud de sus pacientes y que los cocineros la estropeaban, pero ahora todo ha cambiado. Quién mejor que un cocinero para crear una dieta equilibrada.

-¡Cuidado! Los cuerpos cambian sin avisar.

-¡Qué escéptica! La gastronomía camina hacia lo saludable. Mi objetivo es que mis platos estén ricos y sean equilibrados y nutritivos. Los cocineros somos expertos en decir lo que debe comer la gente. Hágame caso, trabajo dieciséis horas al día y sé de lo que hablo .

-¿Ahí está el secreto?

-En la inconformidad. Busco nuevos productos, viajo para conocer los mejores restaurantes y estoy pendiente de la gastronomía. ¡ Es la pasión de mi vida!

-Y parece que una forma de vida.

-Siempre ha sido así. Mis padres me enseñaron a disfrutar y a saber lo que comía. Me llevaban a los mejores restaurantes de España, París, Italia y Suiza, entre otros países. He tenido en ellos la mejor educación. Represento a la tercera generación de cocineros de mi familia y le aseguro que, al principio, no me quería dedicar a la cocina. Qué vergüenza admitirlo.

-Ánimo, valiente.

-Empecé empresariales, pero comprendí que no era mi lugar. Duré un día en la universidad. Cuando entré en la Carlos III era muy fría. Echaba de menos el calor de los fogones y manejar mis manos. Además, comprobé que era capaz de transformar los alimentos y arrancar una sonrisa a alguien.

-Un alquimista camuflado.

-No soy más que un artesano que cuando consigue emocionar al comensal se siente un artista.

-¿No le parece que el cocinero actual está un poco endiosado?

-¡Menuda pregunta! Son verdaderos artistas y creativos. Somos muchos cocineros, pero sólo existen diez genios. De cara a la galería, tal vez adopten un punto de divos, eso es todo.

-No se enfade y regáleme una receta vital.

-Cocinar con amor y compartirlo con las personas que te quieren. Y no me enfado.

Antes de irme, me da a probar una receta y luego me lanzo a las calles para cocinar palabras.