Barcelona

Tita pagará una casa a su nieto pero no pide perdón a Borja

Tita pagará una casa a su nieto pero no pide perdón a Borja
Tita pagará una casa a su nieto pero no pide perdón a Borjalarazon

Todo por no reconocer el error, bajar la cabeza y perder arrogancia provocadora. No la mueve ni su redemostrado amor de madre. Eso es algo incuestionable y a lo largo de casi treinta años Tita Cervera ha demostrado que Borja es su pasión. De ahí la mantenida ceguera actual que no admite disculpas. Ante lo irrefutable de los tres últimos análisis de ADN, confirmando la paternidad incuestionable de su único hijo, la baronesa se ha encastillado, no responde al teléfono y anda con un humor de mil demonios. Prefiere pagar antes que reconocer la humillante metedura de pata. Dicen que ella propagó -cosa que cuesta creer en madre a veces tan abnegada- que Blanca Cuesta podría habérselos puesto a su hijo. Pero la poco más que veinteañera esposa, superado el aberrante trance documentador, ahora respira. Ya está libre de culpas, polvo y paja. Nada ensombrece su amor por Borja, un cariño más que correspondido y del que el cuestionado heredero da buenas muestras en el comunicado publicado por «¡Hola!» en exclusiva. Un texto impecable, nada injusto y muy cariñoso, lo mismo con la polémica esposa que con los desatinos maternos. Sin rencor «Durante el embarazo lo pasé fatal con tantos dimes y diretes», me cuenta la exculpada Blanca en auténtico desahogo. Se mantienen en Barcelona pero no ven a la peleona suegra desde Navidad. «Es lo único que celebramos», precisa con satisfacción pareja a la del marido y rico heredero. Respiran tranquilos. «Ya no podemos hacer más por mi madre», sentencia Borja sin ningún tipo de rencor. «Ha sido muy duro, una experiencia realmente fuerte, pero la hemos superado», remarca. Su amor se ha fortalecido ahora con la evidencia documental. El próximo día 31, en Barcelona, la familia volverá a unirse con cara de circunstancias. Es el primer cumpleaños de la problemática e inocente criatura, ingenua protagonista de tamaña desavenencia familiar. Parecen rencillas de otra época reivindicando honores calderonianos. Tita, dolida pero no escarmentada, hizo un pacto con su hijo, aunque no deja de repudiar a Blanca: si los análisis eran positivos, tenía la opción de pedirles perdón en privado -nada de más escandalera- o bien compensar a su nieto regalándole una casa valorada en ochocientos millones de pesetas, situada en la barcelonesa y elitista Dr. Roux. Antes que disculparse, Tita ha preferido pagar disfrazando el hecho como un regalo a su descendiente. El niño aparece aireado en las nueve fotografías que «¡Hola!» incluye sin laminar. Es un privilegio que no disfrutan los demás medios informativos, que se ven obligados a esconder la cara del pequeño. Una concesión, casi privilegio, más cuestionable que la paternidad. Mejor hubiera estado, quizá, que Borja y Blanca hubieran compartido su satisfacción con todos los medios y no lo diesen en exclusiva «aunque sin cobrar un céntimo, algo extensivo al fotógrafo», según me asegura, certifica y avala Chelo García-Cortés, madrina nupcial del, para Tita, conflictivo matrimonio. «Invitados todos a que vean los análisis y su resultado», prometió Borja vía comunicado telefónico en el pasado «¿Dónde estás corazón?».