Donald Trump

La pelea por ser el rival de Trump: último debate de los demócratas antes de Iowa

Nadie tuvo una mala noche y nadie destacó lo suficiente como para alzarse con la corona de ganador indubitable

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Lo anunciaban como una masacre. Los analistas juzgaban el debate del martes en CNN como la última ocasión de varios candidatos para agitar a los votantes antes de las decisivas primarias en Iowa, las primeras en la carrera demócrata por las primarias.

A tres semanas de las elecciones en el Medio Oeste y a cuatro de los comicios en Hampshire, los aspirantes a pelear con Donald Trump necesitaban reforzar sus credenciales, pulir sus virtudes y mitigar sus debilidades. Especialmente los candidatos que ejercen también como senadores, atrapados durante las próximas semanas en la cámara alta de EE.UU para discutir el impeachment del presidente, que amenaza con devorar la actualidad política con una bulimia imparable, acaparando titulares y arrasando cualquier opción de destacar en los medios.

Del debate constituía, en suma, una ocasión dorada para el ex vicepresidente Joe Biden, que aventaja en más de seis puntos al resto de sus rivales en los sondeos de Iowa, y una razón complementaria para que los senadores presentes, y especialmente los favoritos, Bernie Sanders y Elizabeth Warren, números dos y tres en las preferencias de los electores según las encuestas, apurasen sus oportunidades.

El empresario Tom Steyer, que ha gastado millones de su propio bolsillo en la campaña, y Pete Buttigieg, alcalde de South Bend (Indiana), veterano de Afganistán y gran esperanza de los demócratas moderados en el caso de que Biden acabe pinchando en 2020, sabían que la disputa era una de sus últimas ocasiones para engancharse al vagón de los favoritos.

Azuzados por los presentadores Sanders y Warren discutieron a cuenta del día en el que el político de Brooklyn, senador por Vermont, le habría asegurado a la antigua profesora en Harvard, senadora por Massachusetts, que una mujer nunca podría ganar las elecciones a la presidencia de los EE.UU.

Sanders negó la mayor y habló de la necesidad de encontrar al mejor candidato contra Trump, con independencia del sexo. Warren le respondió con un discurso eminentemente identitario, explicó que en el escenario patrocinado por CNN sólo las mujeres, ella y la senadora por Minnesota, Amy Klobuchar, han ganado todas las elecciones en las que han participado. La audiencia aplaudió enfervorizada. Exactamente igual que cuando poco antes Sanders bromeó a cuenta de los comentarios que le dedicó el dictador norcoreano, Kim Jong Un.

«No me reuniría con el llamado líder supremo que dijo que Joe Biden es un “perro rabioso” que debería ser golpeado con un palo». «Aparte de eso, te gusta», bromeó un Sanders consciente del poder del humor como antídoto a la imagen a veces excesivamente desafiante que proyecta. Una imagen reforzada cuando habló de su apuesta por una sanidad universal y gratuita para todos los ciudadanos de EE.UU, mientras que Biden y otros contratacaban con la visión tradicionalmente moderada del partido.

No hubo dudas en las cuestiones relativas al cambio climático y las políticas de la administración Trump, acusada de favorecer los intereses de las empresas de los combustibles fósiles y protagonista de la mayor ofensiva contra los controles medioambientales de las últimas décadas.

No faltaron los tradicionales choques a cuenta del comercio internacional, especialmente sensible en un Estado eminentemente rural como Iowa, muy pendiente de las negociaciones de los tratados comerciales con Canadá y México y de la evolución de una posible guerra comercial con China.

En política internacional Biden, considerado un genuino continuador de las políticas internacionales de Obama, tuvo que fajarse con la visión eminentemente aislacionista de algunos de sus rivales, que apuestan por abandonar los grandes teatros bélicos en los que EE.UU viene luchando de forma activa desde hace casi 20 años.

Nadie tuvo una mala noche y nadie destacó lo suficiente como para alzarse con la corona de ganador indubitable. A 20 días de que Iowa de el pistoletazo de salida a las primarias los demócratas tienen las mismas fortalezas y puntos ciegos de siempre. En los días de la antipolítica y los gurús iliberales las viejas credenciales cuentan menos que nunca y es posible que todavía no sepan cómo contrarrestar el carisma del actual presidente.