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Divorcio

Última cena en Bruselas entre Johnson y Von der Leyen para evitar un Brexit caótico

Si no hay un impulso político a las negociaciones, sería el pistoletazo de salida para poner en marcha los planes de contingencia

Foto del 8 de enero de este año en Londres en un encuentro de Boris Johnson con Ursula von der Leyen HENRY NICHOLLSREUTERS

Cara a cara, el duelo final. Hoy el primer ministro Boris Johnson cogerá el Eurotunel para desplazarse hasta Bruselas y cenar con la presidenta del ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen. Parece la última oportunidad para evitar un Brexit caótico a ambas orillas del Canal de la Mancha el 1 de enero de 2020. Nadie en Bruselas quiere aventurar ningún resultado porque el pacto pende de un hilo y nadie sabe muy bien qué puede desatascar la situación ni hacía dónde puede inclinarse la balanza en el último momento.

Hoy se entrevistan dos políticos muy diferentes, pero con pasados sorprendentemente similares. Los dos son hijos de altos funcionarios europeos, pasaron su infancia en Bruselas e incluso estudiaron en el mismo colegio en un elitista barrio residencial de la capital comunitaria, aunque sus caminos no se cruzaron en la etapa escolar. Pero su aspecto y modus operandi no pueden ser más divergentes. El extravagante y despeinado alumno de Eton, amante de los golpes de efecto y que ha hecho del ventajismo su mejor estrategia política frente a la pulcra y previsible von der Leyen. Con cintura política, pero sin ases en la manga.

En el menú de la cena, los mismos tres escollos que han lastrado las negociaciones durante los últimos meses: pesca, gobernanza y competencia justa.

Las diferencias son más que conocidas. El club comunitario pretende seguir teniendo acceso a los caladeros británicos mientras que Reino Unido quiere recuperar la soberanía de sus aguas y apuesta por un acuerdo revisable una vez al año, al igual que el que los Veintisiete mantienen con Noruega. El club comunitario, sin embargo, defiende que este sistema no puede funcionar ya que en el caso británico hablamos de más de 100 especies.

Además, los Veintisiete supeditan el acceso a los caladeros a que los británicos pueden seguir exportando el 70 de sus capturas al territorio comunitario, tal y como sucede actualmente. Francia es el país que más ha estado presionando para no alcanzar un acuerdo a la baja. Bélgica, Holanda y Dinamarca también serían los países más perjudicados si sus pescadores no pueden acceder a las aguas británicas.

Además, Bruselas pretende actuar de manera unilateral si detecta que Reino Unido no está cumpliendo los estándares europeos y, por lo tanto, las empresas del otro lado del Canal se benefician del mercado único sin respetar sus normas. Una doble vara de medir que perjudicaría a las compañías europeas.

Los Veintisiete quieren poner en marcha de manera unilateral aranceles o cuotas a los productos británicos si esto sucede, pero Londres considera que esto supone seguir atado a las normas burocráticas europeas que tanto detesta y que, según los brexiters, lastran la competitividad de los productos británicos en los mercados internacionales. Una traición al lema “recuperar el control” esgrimido en la campaña del referéndum.

Por otro lado, Bruselas siempre ha perseguido un método claro de gobernanza para asegurar que el nuevo acuerdo post Brexit se cumple y esta exigencia ha adquirido incluso más sentido después de que Reino Unido haya amenazado con violar el acuerdo de divorcio, aunque Boris Johnson acabase ayer retractándose y enterrando el hacha de guerra.

Von der Leyen y Johnson han pedido a sus equipos negociadores que les preparen todo el material, pero no se espera que entren en detalles sino que den a las negociaciones el imprescindible impulso político. Un nuevo punto de partida que permita salir del laberinto, el conejo de la chistera. En caso de que esto suceda, los negociadores seguirían trabajando hasta alcanzar la fumata blanca que podría llegar durante la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete que se celebra mañana y pasado en la capital comunitaria. Si el milagro no ocurre, sería el pistoletazo de salida para poner en marcha los planes de contingencia. Los Veintisiete podrían convertir la cumbre en un canto a la unidad frente al abismo. El ejecutivo comunitario ha estado resistiéndose en las últimas semanas a publicar sus documentos para amortiguar el golpe ante un Brexit a las bravas, pese a las presiones crecientes de los Estados.

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