Simpatizantes del presidente Donald J. Trump se reúnen en Washington ante la certificación de la victoria de Biden en el Congreso

La tensión se dispara en Washington ante la certificación de la victoria de Biden en el Congreso

En la víspera de la ceremonia en el Capitolio detienen al cabecilla del grupo supremacista “Proud Boys”

En vísperas de la votación en el Congreso para declarar al ganador de las elecciones, fue arrestado el cabecilla de un grupúsculo de extrema derecha, los Proud Boys, que había prometido que los suyos llegaran a Washington D.C. por cientos. A Enrique Tarrio lo acusan de haber arrebatado de una iglesia negra, y posteriormente prendido fuego, a una bandera del movimiento Black Lives Matter.

Su detención coincide con los llamamientos del todavía presidente, Donald Trump, para que sus seguidores salgan a calle y exijan al legislativo lo mismo que abiertamente ya le pide al vicepresidente, Mike Pence. Esto es, que revoque el resultado del colegio electoral y que no reconozca los votos de Georgia, Pensilvania, Michigan y Wisconsin. En previsión de altercados entre los Proud Boys y otros y, del lado contrario, miembros del movimiento antifa, la capital de los EE UU amanecería blindada.

Las autoridades locales desplegaron tanto a la Guardia Nacional como a la Policía, en un dispositivo de seguridad que aspira a resultar tan efectivo como discreto.

Trump, por su lado, continuaba presionando a un Pence que, en puridad, no tiene más papel que el del maestro de ceremonias limitado a transmitir unos resultados previamente fijados. Pero a quien fuera comandante en jefe de 2016 a 2020 no parece importarle que más de medio centenar de jueces hayan desestimado por falta de pruebas todas las denuncias interpuestas por el equipo legal de su campaña.

Tampoco la resolución del Tribunal Supremo, que se negó a estimar la demanda interpuesta por el fiscal general de Texas para que los magistrados intervinieran en los resultados electorales de varios Estados.

Para mantener viva su cruzada contra la realidad y la Constitución, Trump cuenta con el respaldo de un grupo de senadores díscolos, capitaneados por Ted Cruz. También computa a decenas de congresistas. Ayer, en un tuit que sonaba tanto a autofelicitación como a aviso para navegantes, el todavía presidente se contragatuló de anunciar que los dos candidatos al Senado por Georgia, David Perdue y Kelly Loeffler, sumarían sus voces a las de los senadores opuestos a reconocer los resultados en tanto no se efectúe el enésimo recuento de los resultados electorales.

«Encantado de anunciar que @KLoeffler y @sendavidperdue se acaban de unir a nuestro gran grupo de senadores #ParadElRobo. Lucharán contra la ridícula Certificación del Colegio Electoral de Biden», escribió Trump en Twitter, «¿Cómo se certifican números que ahora han demostrado ser incorrectos y, en muchos casos, fraudulentos?».

Poco después Trump reemplazó a uno de los fiscales federales de Atlanta por un fiel a su causa. Su antecesor había dimitido el lunes. Sin que hasta ahora hubiera trascendido el motivo de su salida, ni si fue voluntaria. Pence, entre tanto, apuraba las horas para arriesgar la cólera del líder. Uno al que siempre ofreció la compensación de un perfil más profesional, y que ahora, en la disyuntiva de seguirle más allá del precipicio, ha dado con uno de esos momentos que definen la carrera, y el legado, de un hombre.