Crisis
El “arma” de Rusia para evitar sanciones de la UE por el caso Navalni
Las autoridades rusas parecen hacer oídos sordos a las críticas internacionales
El Alto Representante de la UE para Política Exterior, Josep Borrell, ha afirmado tras la conclusión de su visita a Moscú que “Europa y Rusia están alejándose” y ha apuntado a la posibilidad de aprobar sanciones contra Rusia en respuesta a la persecución contra la oposición. Pero lo cierto es que de momento, son meras amenazas y no realidades.
En el origen de las nuevas tensiones se encuentra la detención, a mediados de enero, y luego la condena, el martes 2 de febrero, del oponente de Vladimir Putin, Alexei Navalni. Pero el deterioro de la relación entre la UE y Rusia y lo que está en juego en este enfrentamiento van mucho más allá del destino del opositor.
El caso Navalni ha provocado que la UE adoptara sanciones contra los funcionarios rusos y exigiera a Vladimir Putin una investigación independiente y transparente sobre el envenenamiento del líder opositor. En vano. Moscú no solo se niega a cumplir, sino que las autoridades arrestaron a Navalni en cuanto puso un pie en suelo ruso el 17 de enero. Y no solo eso, también han reprimido duramente las manifestaciones en su apoyo.
Las imágenes de estas detenciones mostraron un trato degradante así como una violencia policial que hizo reaccionar nuevamente a los europeos. Antes de considerar cualquier medida, la UE decidió enviar allí al jefe de su diplomacia, Josep Borrell. Una visita que ha sido duramente criticada. Pocas horas después de las primeras conversaciones con el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, SergeI Lavrov, Moscú expulsó a tres diplomáticos europeos bajo la acusación de haber participado en concentraciones en San Petersburgo y Moscú. Un mensaje claro con el que el Kremlin recuerda que rechaza cualquier injerencia en sus asuntos internos, advirtiendo a los europeos contra la “estupidez” de condicionar el futuro de su relación con Rusia al destino de Navalni.
Nord Stream 2, en peligro
Entre las consecuencias para Moscú de estos actos está la posibilidad de que la UE abandone el proyecto Nord Stream 2, un gasoducto cuyos 1.200 kilómetros de tuberías bajo el mar Báltico deberían permitir que el gas pase directamente de Rusia a Alemania. Si bien el 30% del petróleo consumido en la UE proviene de Rusia, este proyecto por valor de casi 10 mil millones de euros es una ganancia financiera inesperada para el gigante ruso Gazprom.
El “arma” con la que cuenta Rusia para disuadir a la UE de emprender sanciones podría ser el desarrollo de su vacuna, Sputnik V, cuyo éxito ha elogiado Borrell, llegando a decir que se trata de “una buena noticia para toda la humanidad”. Además, ha mostrado su confianza en que la Agencia Europea del Medicamento (EMA) pueda certificar su eficacia para su uso en la UE.
Y es que si la UE tiene la intención de vacunar al 70% de su población para este verano, la caída temporal en las entregas de dosis de la vacuna Pfizer-BioNTech y los retrasos en la entrega de la vacuna desarrollada por AstraZeneca, genera temores de dificultades de suministro, incluso escasez. El 20 de enero, Rusia anunció que había iniciado el proceso de aprobación de su vacuna con la Agencia Europea de Medicamentos (EMA). Sin esperar la luz verde de otros países miembros, Hungría ya ordenó 40.000 dosis de la vacuna rusa, criticando la lentitud del sistema europeo.
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