Para más de 300.000 venezolanos en los Estados Unidos, ha sido una gran noticia la aprobación por parte del gobierno norteamericano del Estatus de Protección Temporal, TPS por sus siglas en inglés. La medida se contempla en aquellos casos cuando personas de un país extranjero y que están en suelo americano, corren peligro volviendo a su país de origen; se trata entonces de una medida de carácter humanitario.

La decisión es osada y refleja la buena disposición de la Administración Biden hacia el conflicto y la crisis en Venezuela, más aún, muestra desprendimiento y bondad ante el drama de miles de venezolanos que se encuentran en un limbo jurídico dentro de los Estados Unidos. Algo similar ocurrió semanas atrás con el gobierno de Colombia y la aprobación de un plan para regularizar a más de un millón de venezolanos que viven en situación irregular en el país hermano.

Ahora bien, ¿la medida también es una buena noticia para el régimen de Nicolás Maduro? Es probable. Durante la década de los 80, Fidel Castro alentó a los cubanos que no compartían los «ideales revolucionarios» a abandonar la isla. Con ese empuje, el régimen castrista se fue acomodando, alejando a «los incómodos» y quedándose con los más leales, o por lo menos, los que estaban dispuestos a vivir bajo el yugo del comunismo castrista. Algo similar ocurre en la Venezuela del chavismo.

Ya son casi seis millones de venezolanos que han salido de su país para buscar mejores oportunidades. Se trata de una sexta parte de la población. Después de Siria, Venezuela es el país del mundo con mayor número de refugiados. Son cifras pavorosas que aumentan con el pasar del tiempo y que precisamente le permiten al chavismo ir perfeccionando un sistema de control social a través del hambre, de la misma pandemia y de la necesidad de acceder a los servicios más indispensables y primarios. Aunque el TPS aplica únicamente para aquellos venezolanos que estén viviendo en Estados Unidos hasta el 8 de marzo, es cierto que las puertas se van abriendo cada vez más y aquellos que padecen la crisis en Venezuela, van planteándose un plan distinto al de quedarse en su país.

Definitivamente, el contraste entre esta Administración norteamericana y la anterior de cara al tema venezolano, cada vez es más evidente. Durante cuatro años, el Gobierno de Trump mantuvo en vilo al mundo con un tono amenazante que llegó a esperanzar a todo un país que anhelaba un cambio repentino. El día nunca llegó y ahora desde la Casa Blanca, aunque no se visualice de manera directa el esfuerzo para que Venezuela cambie de régimen, se asumen estas decisiones que alivianan la intriga y ansiedad de miles de venezolanos.

El Partido Demócrata se anota un punto importante para el voto hispano, especialmente el de la Florida. Veremos si en las próximas elecciones este tipo de medidas le siguen generando rédito político.