Víctima colateral

La frontera de Gibraltar, la gran olvidada del Brexit: siete meses sin acuerdo para la Verja

El Peñón se ha convertido en la víctima colateral de las tensiones vividas entre Londres y Bruselas

La Línea de la Concepción con el Peñón de fondo
La Línea de la Concepción con el Peñón de fondolarazon

La frontera entre la República de Irlanda y la provincia británica de Irlanda del Norte fue la cuestión que dominó las tortuosas negociaciones de divorcio entre Londres y Bruselas. Y ahora también está monopolizando la era pos Brexit. Los problemas para implementar los nuevos controles aduaneros están generando grandes tensiones entre el Reino Unido y la UE. Y esto está afectando sobremanera a otra frontera de la que no se habla, pero de la que dependen miles de vidas de españoles. Se trata de la frontera de Gibraltar: la única terrestre -junto con la irlandesa- que existe ahora entre el Reino Unido y el bloque.

El pasado 31 de diciembre, a pocas horas de que terminara el periodo de transición, Londres y Madrid conseguían cerrar ‘in extremis’ un principio de acuerdo para evitar los estrictos controles que habrían sacudido a la economía tanto del Peñón como de las regiones españolas aledañas. Cada día, la frontera es cruzada por 15.000 trabajadores, entre ellos, más de 10.000 españoles de una zona como la del Campo de Gibraltar, donde pocas veces se baja de una tasa de paro del 30%.

El pre acuerdo tan sólo establecía unas directrices sin vinculación legal para cerrar luego un tratado entre la Comisión Europea y el Reino Unido sobre la Roca que debía entrar en vigor en seis meses. Pero a día de hoy no hay ningún avance.

En este sentido, el Peñón ya está preparando planes de contingencia. A finales de junio, se celebró el “Consejo de preparación para un desenlace no negociado”, para comenzar a coordinar los preparativos entre el gobierno británico y gibraltareño en caso de que finalmente no haya pacto. ¿Cómo afectaría esto a España?

Gibraltar se ha convertido en la víctima colateral de las tensiones vividas entre Londres y Bruselas. El hecho de que Downing Street se haya negado a cumplir determinados controles aduaneros para la carne refrigerada en los puertos norirlandeses no ayuda. De momento, se ha firmado una tregua en la llamada “guerra de las salchichas” después de que Bruselas haya decidido alargar tres meses el periodo de gracia para dichos controles.

Y en el Peñón esperan que la paz permita centrarse ahora en su frontera. Fuentes consultadas por este diario reafirman la “buena voluntad” que existe tanto por parte de Gibraltar como por parte de Madrid para agilizar los trámites. Pero los enfrentamientos entre Reino Unido y la UE están jugando en su contra.

Es cierto que los seis meses estipulados en el pre acuerdo de Nochevieja fueron un periodo “orientativo”, no formal. Pero comienza a existir ya cierto nerviosismo por ver algún tipo de avance. Y de momento la cosa en Bruselas van a otro tempo. Prueba de ello es que el Parlamento Europeo no ratificó hasta el 28 de abril el Acuerdo de Comercio y Cooperación alcanzado el pasado 24 de diciembre entre Londres y Bruselas, y que entró en vigor de forma provisional el 1 de enero de este año

Durante las arduas negociaciones del histórico divorcio, España, como miembro del bloque, logró que la UE le garantizara capacidad de veto para cualquier acuerdo que se alcanzara respecto al Peñón. Madrid consiguió además que la UE mencionara, por primera vez, a Gibraltar como una colonia uniéndose así al criterio que mantiene sobre el territorio la ONU desde 1967. Pero más allá de la cuestión de la soberanía, el Brexit obligaba a Madrid y la Roca a encontrar una solución pragmática de convivencia por el gran flujo de trabajadores que atraviesa a diario la verja.

En este sentido, el pre acuerdo de Nochevieja plantea que el Peñón entre, por primera vez, dentro del área Schengen, de libre movimiento europeo de personas. En principio, la UE desplegaría agentes de la agencia europea de fronteras (Frontex) para ayudar en dichos controles en puertos y aeropuertos durante los primeros cuatro años. Pero, pasado este periodo, se plantea un problema porque Gibraltar rechaza la presencia de policías o guardia civil española en su territorio. En cualquier caso, según fuentes consultadas, “ahora no es el momento de abordar la cuestión”. No merece la pena buscar conflicto ante escenarios para los que queda tanto tiempo. La inclusión de la Roca en el espacio Schengen se da, por lo tanto, prácticamente por hecho.

Lo que plantea más dudas es el segundo punto del preacuerdo: dejar a Gibraltar como parte del régimen aduanero de la UE para el tráfico de mercancías y transporte. Cambiar la administración fiscal sería una tarea compleja. E imponer IVA al Peñón -que ahora no lo aplica- dejaría también en desventaja a sus comercios. Se podría llegar a un acuerdo similar al de Suiza, un país que sí pertenece a zona Schengen, pero está fuera de la unión aduanera de la UE. Aunque este modelo no deja de plantear desafíos.

En definitiva, existen aún cuestiones pendientes. Y el reloj juega en contra. De momento, lo que existe en la actualidad es tan solo un arreglo transitorio que hace que la situación sea la misma que había antes del Brexit. Pero la frontera de Gibraltar necesita un acuerdo formal y hecho a medida. No solo está en juego el futuro de la economía del Peñón, sino el de todas las regiones españolas aledañas.